Esa lágrima que devasta, que no deja dormir. Ese dolor que es, todavía ahora, puño y puñal hundiéndose en el pecho, no es por mí. Es por Farfán, por ese instante en que, sabiéndose en error, amaga la súplica al árbitro para amordazar la amarilla que todavía no sale y, cuando se eleva, no hace más que triturarlo, devastándolo todo. Hasta las lágrimas.Porque ayer, y hoy todavía, uno -sea quién sea- todavía llora debajo de su nombre. Todavía se escupe a sí mismo, porque no hay tragedia mayor que morir asfixiado en la impotencia. Y eso, con el tanto espléndido de la “Foquita”, se concretaba perfecto en el 2-1 para terminar en ese instante que no se olvida. El que nos dirá durante días, que por octava vez consecutiva, la única manera de ir al Mundial será como turistas.Gracias, excusasQuizá, la lágrima del vencido consuele a quienes lo dejaron todo en la cancha y hoy, casi orgullosos, se sientan derrotados -eliminados- con la frente en alto. Excusa perfecta para apañar los errores puntuales de un equipo y un entrenador que no dieron la talla.Porque se equivocaron perfecto para llevarnos al punto de anoche. En el que era obligatorio vencer al rival menos indicado: Uruguay, un once que ruge en ataque y defiende con puños afilados hasta en las cejas.Por eso Uruguay jugó a lo que sabe. A no tener la pelota, a hincar, a merodear como fiera. Perú, en cambio, trastabilló en la falta de carácter. Arriba, abajo, para la marca. Para tener los sesos solo en el partido.Caímos en el juego de la desconcentración a base de ira. Lugano y Godín pegaron. Guerrero, pronto, se perdió en el partido.Suárez por tresPizarro tuvo dos opciones, pero Muslera estuvo, siempre estuvo. Negando lo que tanto se ha buscado hace ya 31 años. Y nada.Pero faltaban dos actos para asentar la tragedia. A los 43 minutos, Luis Suárez se aprovecha de la inoperancia en defensa y genera un penal. Él mismo ejecuta, ¡pim! y a la esquina. Las palabras se suicidan en el Nacional.Dos minutos después, Yotún interpreta la impotencia para traducirla en tontera. Le lanza la pelota y jalonea a Suárez caído en el piso. Roja.Finísimo ahí Suárez. Ídolo, autor de los tres tantos, dos ante Perú y uno -imaginario- cuando propició la expulsión de Yoshimar Yotún, un incauto ante un diplomado en buscar la falta en el área.La lesión de Forlán propició que Uruguay baje la revoluciones. Igual, Perú, con tres cambios, incluido el desesperado ingreso de Juan Manuel Vargas, siguió siendo tan inofensivo que el gol del descuento llegaría mediante la pelota parada, de un soberbio gol de tiro libre ejecutado por Farfán.Luego, Markarián, diciendo que se hizo todo. Sí, todo desde lo crítico. Desde los errores del pasado.“Hay que seguir metiendo, como metimos hoy”, reseña el “Mago”. Y no entiende la tristeza. No entiende que no hay más que cenizas donde antes crecía esperanza.