Gianluca Lapadula ha logrado en unos meses lo que Cristian Benavente no pudo lograr en más de cinco años: ganarse un lugar en la selección peruana. Con sus goles, su entrega, compromiso y fiereza para pelear cada pelota, pero principalmente su sencillez para integrarse a sus compañeros, el Bambino se ha convertido en una figura emblemática de la selección peruana: su mayor gol, el que parecía imposible, ha sido el hacer que nos olvidemos de Paolo Guerrero. Y otro detalle: se conectó rápido con el “chocolate” de jugadores como Christian Cueva y André Carrillo.
Paolo Guerrero es el capitán de la selección peruana, el máximo referente y figura siempre trascendental para tentar algún resultado ante los adversarios. Es también un agente motivador dentro del plantel, que con su presencia motiva y potencia desde lo anímico. En lo deportivo, su presencia en el ataque ampliaba las expectativas de gol de la bicolor. Gianluca Lapadula ha logrado cubrir esa ausencia en absoluto.
El primer gol de Gianluca Lapadula se hizo esperar, pero sin necesidad de que llegue, ya había conquistado el corazón de los hinchas y se había ganado un lugar en el once de Ricardo Gareca. Su talento evidenciaba un jugador importante para la selección peruana, pero es su compromiso y su forma de ser las dos características que han cautivado a los aficionados y al comando técnico.
A puertas del partido ante Brasil en semifinales, pocos son ya quienes se lamentan o extrañan a Paolo Guerrero para tan trascendental duelo. Gianluca Lapadula ha cubierto bien esa ausencia y más bien ha disparado la ilusión de ver a ambos delanteros en el equipo.
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