ESCRIBE VALENTÍN AHÓN Gustavo Costas cruza la cancha mirándose los pies. A su alrededor, los jugadores de Cobresol se abrazan y gritan que debieron irse ganadores. Más allá la policía rodea al árbitro del partido, al sujeto que se lleva varios saludos para la autora de sus días y Cardama, el técnico moqueguano, dice que su equipo mereció el triunfo, que no merecieron un arbitraje tan descarado. El partido entre Alianza y Cobresol ha terminado y es una historia sin goles, un empate inesperado. Era previsible, luego de varias fechas, tomarle el pulso al Alianza. Por eso Cardama anuló el ida y vuelta vertiginoso que los íntimos tienen por los costados con una fórmula sencilla: ubicó dos sociedades, LlanosYáñez por derecha y UbillúsRomero por izquierda. Con el cierre de las franjas el equipo de Costas quedó a merced de una genialidad, pero ayer, los que tienen esa función en La Victoria, se declararon en huelga. »El escándalo Hasta que llegó el escándalo de la noche. Una falta para Cobresol es cobrada por izquierda y Norbil Romero que gana la posición para anotar de cabeza. Fuera de juego? La juez de línea una señorita que se llama Patricia Pérez y que debería dirigir a los escolares de Adecore corrió hacia la mitad del campo. No levantó el banderín, ni esperó a Julio Álvarez, al otro impresentable de la terna arbitral que había validado el gol de Romero. Pero los íntimos se la jugaron, corrieron donde Pérez, la atarantaron y ganaron. Cuando llegó Álvarez a defenderla, corrió la misma suerte. Se dejó convencer, habló con la árbitro asistente, que le dijo que el gol ¡ya no era gol! y anuló el tanto moqueguano. Un escándalo. Con esos árbitros es lógico mentarle la madre cada semana a la Conar y al infeliz que la protege. »Corazón para ganar? Los íntimos tenían la obligación de arriesgar y por eso decidieron esperar que su rival se agotara físicamente. El aguante de Cobresol tuvo regularidad pero a medida que transcurrían minutos, la juventud de los potrillos recuperaba los laterales y los ánimos volvían a las tribunas. Un cabezazo de Hurtado, otro de Fleitas, el ímpetu de Ovelar, los tres dedos de Quinteros... Pero nada. No había cómo llegar porque Schmidt, el arquero de Cobresol, fue la figura del partido. Y también porque los dos argentinos de Alianza, Fleitas y Peirone, se ganaron las expulsiones de la forma más estúpida. Ahí, a pesar de que Costas ordenó el ingreso de Carrillo estando con ya con diez en el campo, Alianza sepultó sus posibilidades de irse ganador. Empate sin goles, partido intenso y la sensación de que Alianza necesita más argumentos que sus “Potrillos”. Se mantiene en la punta, pero hoy podría perderla.///