Alianza ganó y otra vez jugando feo. Logró tres puntos que lo ponen arriba, en la pelea. Ganó en su casa, con su gente y con su fútbol, que no es mucho, que no alcanza más que para el frío aplauso de unos hinchas que ya se están acostumbrando a sufrir como equipo chico. Anoche alcanzó porque la suerte anduvo de visita en Matute. Porque Ancash fue un equipo ordenado abajo y endeble arriba. Los grones ganaron porque llevaban la camiseta de Alianza en el pecho. Aunque hayan jugado como si no la tuvieran, como si a cambio vistieran la de un club digno de cualquier categoría inferior. Costas, otra vez sorprendió con su once, dejó a Fleitas atrás con Contreras y Aparicio más adelante, Corzo como volante por derecha y Trujillo por izquierda, posición que a ambos los dejó sin sorpresa, previsibles ante un Ancash ordenado, fiel a la marca. Montaño nuevamente estuvo desde el arranque, tenía que ser el generador, el pase gol, el que alimente y arme junto con Wally Sánchez, pero hizo poco de eso. Y se fue apagando como la vela en los apagones. El colombiano se perdió porque el juego de Alianza se recostó por derecha, con las trepadas de Corzo poco productivas, carentes de acierto en el último toque. A eso, se sumaba Sánchez que también se recostaba por ese lado de la cancha sin éxito. Mientras, el técnico Ferrín acertó en su defensa con el colombiano Martínez y Cartagena, los dos centrales que fueron sumamente ordenados y muy bien asistidos por los laterales Castillo y Rivas, formando una solidez defensiva recia ante un Alianza sin profundidad, fundido en la ansiedad por resolver el partido, al riesgo de caer en el apuro, en el juego apresurado. Así y todo, Alianza metía, atacaba y generaba una que otra opción muy bien desaprovechada por Velásquez, que ayer demostró que la blanquiazul le queda grande. Porque ni la fácil ni la difícil supo resolver. Poco era lo de Ancash en el ataque, ni Hidalgo ni Simovic pesaban arriba, Bustinza y Giral trepaban para sufrir de centros intrascendentes. Hasta que a los 38, Ancash gana un tiro libre que termina en ataque de Trujillo que lanza para Montaño, y éste por izquierda la cruza para Velásquez que es derrumbado por Hidalgo en el área. Penal y gol de Aparicio. Ancash pudo empatar si Simovic no hubiese errado un penal a los 47 del primer tiempo, de eso puede agradecer Costas con un rezo. Para la segunda mitad se pensaba que Alianza saldría a liquidar, pero decepcionó. Se tiro atrás, le dejó la pelota a los ancashinos que poco supieron hacer con ella. Defraudaron. Y jugaron a tocar, a trotar, a equivocarse. Fue un resto de poco fútbol aliancista, de deslucimiento, de conformismo por el 1-0 que no cambió ni con el ingreso de Quinteros ni de González Vigil. Porque este Alianza no juega a nada, juega feo, y ya empieza a desmerecer jugar con esa camiseta, la misma que anoche la puso al nivel más bajo, mientras se defendía como chico para llegar a la punta.