Debe ser en vano contar lo que pasó en la cancha, cómo se dieron los goles y redactar un resumen del partido de este jueves entre Juan Aurich y Arsenal de Sarandí en Argentina por la Copa Sudamericana.
Porque absolutamente nada de eso importa. Lo del jueves fue realmente vergonzoso para Juan Aurich, para sus jugadores, para su técnico y para el fútbol peruano en general. Cuando observamos que equipos ecuatorianos, colombianos y hasta bolivianos sacan resultados importantes , sobre todo de local, pero también de visita en torneos internacionales, al encontrarnos con 6-1 y un 8-1 en el global (la ida quedó 2-0 para el Arsenal) nos damos cuenta cómo estamos realmente.
No existimos. Ni por amor propio y hambre de gloria, ni por físico, ni por táctica, ni mucho menos por técnica, que es en el ítem en el que supuestamente el mundo halaga al peruano. Juan Aurich fue un desastre. Hizo un papelón ante un Arsenal para nada favorito para llevarse la Copa Sudamericana, pero que con poco y evidentemente con mucha facilidad deshizo a jugadores de los que se esperaba mucho más. El equipo de Sarandí no es Racing, Independiente ni mucho menos River y Boca. Estos equipos golea sin dudar a Arsenal, y Arsenal viene y apabulla a uno de los equipos que venía siendo uno de los clubes más importantes de nuestro balompié.
Molesta y mucho ver este tipo de resultados, los cuales nos regresa a analizar la situación de nuestro fútbol, la cual nunca se llega a cambiar. Se habla de menores, de trabajo, de infraestructura y de muchas cosas más, pero es todo una mentira. Así estamos.
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