Escribe: Juan Carlos Esteves
Roberto Chale está de mantel largo. Hoy cumple 67 años de vida y nos cuenta los mejores momentos de su vida, que quedaron grabados en la historia del fútbol peruano.
Primero, cuéntame una anécdota de uno de tus cumpleaños...
¡Ah! En mi cumpleaños de 1976, cuando jugaba en Cristal, me fui a celebrar con el Cholo Sotil en el Rincón trujillano. Hugo se tuvo que ir porque debía regresar a Barcelona, yo la seguí pasando bien. Después del almuerzo llegué a los entrenamientos medio movido y me botaron de Cristal. Josué Grande, el presidente del club, no entendió mi filosofía de vida. No respetó mi trayectoria y la clasificación a México 70. Mi contrato terminaba el 31 de diciembre, hubieran esperado un mes más y no me renovaban.
Pensaste llegar a los 67 años?
Y pienso cumplir muchos más. Quiero llegar bien a la celebración de los 100 años de la U, que será el 2024. No tengo canas, ni estoy pelado como otros de mi edad. Y para la envidia de muchos que decían que por mi forma de vida iba a acabar pronto, tengo para rato. Y como dice el Puma José Luis Rodríguez, estoy "bien boniiiito" ja, ja, ja...
Tienes un pacto con el diablo...
Tengo un pacto con Dios. Todos los días, antes de la 7:00 de la mañana, voy a misa en la iglesia San Francisco de San Borja. Por eso el Barbudo no me falla, porque además de tener buena salud, siempre me cae aunque sea veinte solcitos diarios a mi bolsillo.
Y cómo la vas a pasar este domingo en tu cumpleaños? Ten en cuenta que hay elecciones?
Sí, pero la voy a pasar bien roceadito, bien mojadito. Y para no tomar solo, voy a poner un espejo, ja, ja, ja...
Te gustan tus cumpleaños?
Sí, porque siempre la pasé en familia. Antes, con mis abuelos, padres y hermanos. Ahora con mi esposa y mis hijos. ¡Ah!, te cuento otra anécdota. Cuando cumplí cinco años, mi abuela, Amelia Ortega, me regaló un camioncito y me preguntó qué sería de grande y yo le respondí futbolista y ella me dijo: "pero tienes que ser el mejor".
Hablando de regalos, cuáles han sido los mejores que recibiste en estos sesenta años?
Mis cuatro títulos: Claudia, Robertito, Alexandra y Daniela (sus hijos). Son mis tesoros. Nunca falté a la vida teniendo hijos en la calle.
El respeto a la familia es parte de tu filosofía...
Siempre fue así, tengo 44 años de casado con mi esposa, Lucía, y tres de enamorado. ¡Cuánto me ha aguantado! Pero seguimos juntos.
Ahora, tu nieto es uno de los motores de tu vida...
Estoy muy pendiente de él, se llama Luciano y tiene 5 añitos, es un travieso como yo, pero el otro día cuando la U perdió ante Inti Gas, se puso a llorar, o sea hasta me salió hincha crema.
A los 67 años piensas seguir dirigiendo?
Ya no me siento bien, no tengo la energía de una persona de 40 años. No me gusta engañar, como ese que nos acaba de estafar en la selección. Ahora lo mío es el periodismo. ¡Ah!, y uno de los regalos en este cumpleaños es lo que señaló Jorge Esteves en su columna, dijo que soy una de las personas que mejor ve fútbol en el Perú.
Si tuvieras que hacer un repaso de los mejores momento en el fútbol, con cuáles te quedarías?
Mi debut en el fútbol en 1965 en Centro Iqueño, el gol que le hice a Racing en la Copa Libertadores de 1967. La clasificación a México 70 es importante, pero nada como el gol que hice en el Mundial ante Marruecos. Cubillas me dio un pase y me disfracé de Sotil y gambetee a tres jugadores y rematé. Le agradecí a Dios y mi celebración fue recordar mi historia, cuando en el colegio tenía que gambetear como a cuatrocientos chiquillos y llegaba al arco para darle pase a un chinito para que anote. Así me aseguraba el lonche, porque su papá tenía una juguería. No seré millonario, pero tengo algo que vale mucho, un gol en un Mundial, que ya quisieran muchos.
Y como técnico, qué es lo que más destacas?
La eliminatorias del 85, donde Argentina no nos ganó y estuvimos a nueve minutos de ir a México 86. Mandé a Reyna para que marque a Maradona y salió bien. Luego el tricampeonato con la U, creo que con eso pasé a la historia.
Crees que el algún día volverás a ver a Perú en un Mundial?
Sí, cuando se vaya Burga. Ese será otro de los regalos de un cumpleaños. Por su culpa nadie nos respeta.
Agradecimiento:
Pastelería Pastelín
Av. Canadá 870 - La Victoria