Escribe: José Antonio Bragayrac
"Tú has ganado gracias a mis consejos", le decía Demetrio Mamani y no le soltaba la mano para que la ráfaga de flashes lo capturen abrazado al éxito. "Antes ni me miraba", confiesa Mauricio Ortiz, reciente campeón Sudamericano de Kung Fu en la modalidad de Whu Shu. Dos medallas de oro y una de plata lo habían convertido en el representante nacional más exitoso de la categoría Junior en el torneo disputado en Buenos Aires, Argentina, hace menos de una semana.
"El mejor consejo de Demetrio fue que mire videos de Youtube: mira del primer y segundo lugar para que aprendas, me decía", sigue narrando Mauricio de 14 años, un chico cuya disciplina alcanza hasta sus sueños: no se ilusiona con los Juegos Olímpicos, su objetivo es disputarlos y lograr el oro.
Hay futuro, falta ayuda
"Yo no quería que siga en kung fu, lo hice jugar fútbol, natación, hasta béisbol; pero nada", narra Ernesto Ortiz, el padre de Mauricio.
"Jugaba fútbol en la academia de Alianza Lima, incluso llegué a jugar varios torneos, pero un día me matricularon en kung fu y no he parado hasta ahora", confiesa Mauricio. "Me apasiona", resalta. Esa pasión que siente por esta disciplina lo ha llevado a ganar 140 diplomas y más de un centenar de medallas. Es siete veces campeón nacional y en el reciente Sudamericano tuvo solo un mes para entrenar, porque se había fracturado la tibia.
"Cuando ganas sí están contigo, sino, no", dice contrariado por la situación de la Federación Peruana de Kung Fu, donde Demetrio Mamani, el presidente, lleva 18 años en el cargo. "Parece el Burga del kung fu", añade el padre.
Como es ya costumbre en el deporte nacional, Mauricio lo ha logrado todo sin el más mínimo apoyo del Estado. "El Instituto Peruano del Deporte no apoya en lo económico, ni la Federación. Yo gasto un promedio de 800 soles mensuales para que él pueda entrenar, tener sus implementos, su vitaminas, todo", explica su padre.
Lo puede todo
"La Federación no tiene nada, no cuentan con los implementos adecuados para entrenar, es una triste realidad, pero no me gustaría abandonar el kung fu, es mi pasión, lo que siento cuando realizo mi rutina es una emoción increíble. Igual, quiero ser profesional, estudiar Sicología (quizá deportiva)", cuenta Mauricio ya más relajado y luego de ser retratado.
"Mi meta es ser campeón olímpico, demostrar a los otros países que en Perú hay talento. Antes de competir cierro los ojos y visualizo mi rutina: tú eres el mejor, me digo", cuenta muy seguro de sí Mauricio. Él la tiene clara, su pasión puede más que todo y todo para él es el kung fu.