Entre etapa y etapa del Dakar 2013 se arma un campamento como por arte de magia. En lugares donde uno nunca se hubiera imaginado que se podía acampar.
ESCRIBRE: GIOVANNA VÁZQUEZ
Pero la diferencia es que aquí no se duerme casi nada. Mientras cada equipo va llegando, busca su lugar y automáticamente trabaja en vehículos para tenerlos listos para la etapa del siguiente día.
Todos se esfuerzan como hormigas. Es un loquerío en el que es fácil tropezar con colegas y pilotos de otros países. Como en un centro comercial en el que ves las vitrinas y te sientes parte de lo que tus ojos miran.
Príncipe a la vista
Y fue así como encontré a mi príncipe. En medio de la arena, del sol y del sudor que te empapa hasta lo que piensas. Lo vi en su número 300. Tostadito por el sol y elegantemente desaliñado por el esfuerzo.
Era Nasser Al-Attiyah, el príncipe de Qatar. No azul, pero si colorado ahora porque me le acerco.
Le estiro le mano para saludarlo y él, algo asustado, me la toma y se la lleva a la boca para sellar nuestro encuentro con un húmedo beso. "Me pide la mano", pensé.
Muda, atiné a decirle que gracias, que muy gentil. Me sonrió y amagó un gesto de disculpas, porque tenía que partir. Le di suerte, ganó la tercera etapa. Mi príncipe