Carlos Sainz ganó este sábado su segundo Dakar al aplicar el “secreto” revelado durante la carrera por su compañero de equipo y principal rival en este rally, el francés Stéphane Peterhansel, quien dijo que para ganarlo no hay que ser el más rápido, sino cometer menos errores que los demás.
Ese consejo lanzado por el experimentado Peterhansel, el piloto más laureado de la historia del Dakar, con trece victorias, seis de ellas en motos y otras siete en coches, fue recogido por Sainz para hacer una carrera casi redonda, sin grandes errores, al contrario que sus oponentes más directos, que sí tuvieron fallos decisivos.
Aunque Sainz estaba en Peugeot, el equipo ideal para ganarlo al tener el mejor coche, no era la primera ni la única baza de la marca francesa para la carrera, pues al inicio de la prueba partía también con otros tres reputados pilotos franceses, ya que además de Peterhansel estaban Sébastien Loeb y Cyril Despres.
Peugeot, que soñaba con volver a hacer pleno en el podio como hizo el año pasado para despedirse por lo alto de una carrera a la que ya no volverá en 2019, tuvo al inicio a Peterhansel como el hombre idóneo para liderar el hito: un francés que ganara su tercer Dakar consecutivo en la despedida de la marca francesa.
Si además lo hacía escoltado por Loeb, nueve veces campeón del mundo de rallys, y Despres, cinco veces campeón del Dakar en motos, como ocurrió el año pasado, era ideal.
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Los tres pilotos franceses comenzaron a destacarse durante los primeros días del Dakar, mientras que Sainz estaba ligeramente por detrás de ellos, pero tarde o temprano comenzaron a cometer errores que, o los dejaron fuera de carrera o bien les terminaron quitando cualquier opción de triunfo.
Primero fue Despres, quien tras ganar la segunda etapa destrozó la parte trasera de su auto en un accidente, y tuvo que esperar muchas horas para reparar el automóvil, incidente que le quitó cualquier opción de luchar por el podio.
A los dos días, Loeb tuvo un episodio muy similar, pues tras ganar la cuarta etapa, al día siguiente terminó con su coche clavado en el hoyo de una duna, y su copiloto, el monegasco Daniel Elena, golpeado e indispuesto para el resto de la competición, por lo que ambos abandonaron el rally.
Durante esa primera semana, disputada íntegramente sobre las dunas del desierto de Perú, Sainz no estuvo exento de errores sobre un escenario de arena y navegación complicada que no es su especialidad, por lo que padeció un par de pinchazos y se desorientó otras tantas veces, lo que le hizo perder tiempo.
Mientras tanto, Peterhansel, experto navegante del Dakar, se desenvolvía como pez en el agua sobre las dunas y completó una primera semana casi perfecta y como a él le gusta: sin errores.
Para cuando el Dakar llegó a Bolivia, Peterhansel le sacaba media hora de ventaja a Sainz, pero en el altiplano boliviano la carrera pasó a disputarse sobre caminos y pistas rápidas embarradas por las lluvias, un terreno al que el madrileño está mucho más habituado.
“Parece que no se me ha olvidado conducir”, decía un pletórico Sainz tras ganar la sexta etapa, entre Arequipa (Perú) y La Paz, la primera de las dos que ganó en este Dakar, después del “empacho” de dunas.
A pocos metros, en el otro taller, Peterhansel reconocía la superioridad de Sainz en las pistas rápidas. “Carlos me sigue en las dunas, y yo le sigo en los caminos”, bromeaba el francés, aún seguro por la ventaja que tenía sobre el español.
Sin embargo, las tornas cambiaron por completo en la séptima etapa, entre La Paz y Uyuni, donde un accidente de Peterhansel, en el que destrozó una rueda y varias partes del coche al chocar con una roca, puso a Sainz líder del Dakar con una ventaja de una hora y 15 minutos sobre el piloto galo.
Durante el resto de la segunda semana de carrera, el español se dedicó a administrar y conservar la ventaja obtenida gracias al error de Peterhansel, levantó el pie del acelerador en las partes complicadas y extremó las precauciones para evitar cualquier fallo, por lo que terminó el rally primero.
Consciente de que era mejor dejar las cosas como estaban, el director del equipo Peugeot, Bruno Famin, dio la orden de conservar a toda la costa la primera posición para Sainz y la segunda para Peterhansel. “Va a ser complicado convencer a Carlos de que se deje pasar”, bromeó Famin al ser preguntado por Efe sobre la estrategia del equipo galo.
Al final, Peterhansel daba como justo ganador a Sainz, pues era consciente de que él había cometido un “gran error” en esa crucial séptima etapa. No sabía que en la penúltima tendría otro, al chocar contra un árbol que le terminaría dejando incluso fuera del podio.
[TEXTO y FOTOS: EFE]
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