Millones de filipinos se reunieron en bares, cines o parques para observar la "Pelea del Siglo" entre su compatriota Manny Pacquiao y el estadounidense Floyd Mayweather Jr. El resultado del combate no fue el esperado, pero no por la forma de lucha de su campeón, sino por la decisión de los jueces, ya que la consideraron "injusta".
El mismísimo presidente filipino Benigno Aquino esperaba antes de la pelea, según un comunicado, que "este combate fuera la coronación de su gloriosa carrera, fuente de orgullo para su familia y para su país".
Tras el combate, el portavoz presidencial Edwin Lacierda minimizó la decepción. "Pacquiao es realmente el campeón del pueblo. Luchó por el respeto y no por los puntos. Se ganó el corazón de todo el mundo", dijo en un comunicado.
Por otro lado, el vicepresidente Jejomar Binay habló este domingo: "La vida de Manny levanta la moral y los ánimos de cualquier filipino que lucha todos los días por salir de la adversidad. Su humildad y su fe son una inspiración para todos nosotros", recordó.
Semidios del boxeo, diputado, cantante y predicador, Pacquiao incluso logró acallar las armas entre los soldados del gobierno de Manila y los rebeldes del Frente Moro Islámico de Liberación que, en el sur del país, durante el combate con el estadounidense.