Jovana de la Cruz y Willy Canchanya tienen en común algo más que las pruebas de fondo y la clasificación a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Además de correr juntos en las pistas de entrenamiento y de competencias, también corren juntos codo a codo por la vida, gracias al amor que los une y que les sirvió de aliciente para alcanzar un cupo al máximo evento deportivo.
ESCRIBE: CÉSAR MUNIVE MORALES
“Nos conocemos casi desde niños cuando teníamos 14 años y todo gracias al atletismo. En Huancayo no solo nació el amor que nos tenemos, sino también el amor por el fondismo. Al principio éramos muy tímidos, pero luego cuando ya teníamos 18 años, empezamos una relación”, reflexiona Willy, quien ahora es esposo de Jovana, con quien tiene una pequeña de cuatro años.
“Camila es nuestro motor, ella es la razón de nuestras vidas, por ella nos esforzamos y corremos para alcanzar una mejor marca y hasta cuando salimos a alguna competencia, la llevamos con nosotros”, expresa Jovana.
Buenos inicios
La joven fondista de 23 años nació en Huancavelica, pero se crio desde los 10 años en Huancayo, donde empezó a competir en las pruebas de fondo. Pronto empezó a destacar en las pruebas de mil 500 y 3 mil 500 metros, pero su entrenador veía en ella condiciones que podían llevarla a una prueba de mayor resistencia, la maratón. “Mi preparador me dijo: ‘Tú puedes correr más’, y así salté a una carrera de mayor exigencia y cuando fui a competir en Houston, que era la segunda maratón que corría en mi vida, alcancé la marca mínima para correr en los Juegos Olímpicos de Río. Fue algo insólito, porque le gané apenas por un segundo a otra maratonista”, recuerda Jovana de la Cruz.
Algo similar ocurre con su esposo, Willy Canchanya, quien también estaba especializado en pruebas de medio fondo. “Yo solo competía en mil 500 metros y 5 mil metros, pero me dijeron para que corra en Toronto, que fue mi primera maratón y a pesar que no tenía mayor experiencia, logré el tiempo mínimo y clasifiqué a Río”, expresa el fondista huancaíno de 24 años.
Jovana de la Cruz entrena en la ‘Inconstratable’ al lado de Gladys Tejeda e Inés Melchor, quienes también están clasificadas a los Juegos Olímpicos, en la prueba de 42 kilómetros 195 metros. “En Huancayo entreno y armamos el plan de cómo correremos en equipo la maratón. Rodolfo, mi entrenador, y Gladys, que tiene mucha experiencia, me aconsejan sobre la forma en que se debe hacer esta prueba tan dura. Con Inés no tenemos mucho contacto, porque ella tiene otro preparador”, señala la fondista.
Preparación a fondo
Willy Canchanya, quien también trabaja día a día para mejorar su rendimiento, aclara que además de preocuparse por lo que hará en Río, también piensa ayudar a Jovana. “Me toca apoyarla psicológicamente y estar todos los días con ella. Luego de competir en Río, los dos nos prepararemos para competir en las mejores maratones del mundo”, afirma.
A tres meses de los Juegos Olímpicos, Jovana y Willy son conscientes que no solo los 3 mil 200 metros de Huancayo les da cierta ventaja sobre los demás competidores, sin embargo saben que la temperatura de Río podría afectarlos. “Nos han dicho que en Río hace mucho calor, por eso tendremos que ir una temporada a México, para acostumbrarnos al clima que es similar al de Río”, nos dice Jovana.
El sentimiento que une a Jovana y Willy va más allá de las competencias, de las marcas y los triunfos. Ellos saben que si el día que les toque correr la maratón, piensan en cómo el atletismo juntó sus vidas, ambos podrían alcanzar la ansiada gloria de lograr una medalla.
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