Escribe: Omar Dávila. Se llama Renán y, a pesar de su cara de niño, tiene ya 19 años de edad. Gusta mucho del fútbol y dirige un pequeño equipo de fútbol de camisetas naranjas en Vila Nova. Con la alegría típica del brasileño, cuenta que con sus manos ayudó a construir el andamiaje del Arena Corinthianshasta horas antes del partido inaugural entre Brasil y Croacia, pero paradojas de la vida, nunca pudo presenciar el esperado duelo desde una de las tribunas, sino que debió contentarse con verlo por televisión.
Orgullo del esfuerzo
Sin embargo, muestra con orgullo a la cámara la camiseta de su pequeña escuadra que patrocina el bar Doña Dora y afirma: "Trabajé tres meses construyendo las estructuras metálicas del Arena Corinthians y acredito que estas se encuentran muy bien. Todo tuvo que hacerse muy rápido y nos pagaban 100 reales por día (cincuenta dólares al cambio). Los obreros guardábamos la esperanza de que nos invitaran a algún juego del Mundial, que al menos sorteen unas entradas, mas no fue así. Los arquitectos de la empresa constructora sí sortearon entradas pero solo para los funcionarios, después a nosotros ni siquiera nos permitieron acercanos el día de la inauguración, porque había varandas metálicas y cordones policiales para impedirlo; sin entrada no se podía pasar, así que lo vimos por televisión, aunque también con mucha alegría", señala.
"Nada me quita la alegría de que yo fui el primero en estar allí y que colaboré en construirlo, aunque viva al frente y siga con mis carencias, y aunque no pueda ver a las estrellas de la Copa, mejor disfruto viendo a mi equipo ganar", sentencia.