Según Wikipedia, ser de la iglesia maradoniana implica, sobre todas las cosas, un culto de fe a Diego Maradona, un dios supremo. Y aunque el Pelusa llegó a Brasil solo para que le tomen el pelo al hacerle firmar un documento donde admite que Pelé es el mejor del mundo, sus seguidores peregrinaron hasta el Arena Corinthians para poner su fe a prueba en el duelo ante Suiza.
"La fe es lo más grande, por eso Maradona merece toda la fe del mundo", afirma con certeza este rosarino de 38 años y que debió recorrer casi dos días en bus hasta Sao Paulo. Anda en sotana blanca y con una bufanda con los colores de Argentina sobre la cual descansa el rostro inconfundible de un Maradona en plenitud.
"La fe no se explica, se siente. Ahora ante Bélgica hará falta mucha oración porque Bélgica no será fácil. Maradona está guiando a Messi y las plegarias a todo el equipo de Sabella", cuenta mientras se acomoda en el estrecho asiento de un bus que lo llevará desde Sao Paulo hasta Río de Janeiro. Aunque ante Suiza contó con el milagro de conseguir una entrada, esta vez tendrá que contentarse con ver el duelo ante los belgas en las lujuriosas playas de Copacabana. "Ahí hay pecado, pero... se perdona todo por Argentina...", dice pícaro mientras acomoda al almohada y se acurruca a la par que las luces se apagan.
Me detengo en su libro. Es una especie de biblia con Maradona en la tapa. A lo que lleva el fútbol, pienso y como si algo divino lo acompañara, me suelta una frase demoledora: "ojo eh, que Maradona está en todas partes". Al llegar a Rio no habló más.