Álvaro Arbeloa disputó el último partido de su carrera con el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, donde vivió momentos imborrables en una despedida como un grande, ganador de todos los títulos de club posible, en un baño de masas del madridismo que premia la profesionalidad, entrega y haberse convertido en la voz de la afición.
A falta de dos partidos por cerrar su etapa en el Real Madrid, Álvaro Arbeloa disfrutó de uno de los momentos de su vida con una despedida que jamás pensaría tener cuando crecía en la cantera de La Fábrica. El futbolista que forzó su salida porque veía cortado el paso al primer equipo, se marchó al Deportivo de la Coruña para crecer y alcanzó su dimensión en el Liverpool inglés antes de regresar a su casa, se marcha como un líder del madridismo. Referente en cada defensa pública del club blanco.
Era el minuto 63 cuando saltó a calentar y sintió que le esperaba uno de los momentos más especiales de una carrera con grandes imágenes para el recuerdo en la conquista de todos los títulos que puede ganar un futbolista. Dos Ligas, una Copa de Europa, Mundial de Clubes, Supercopas de España y Europa. Su historial refleja el éxito de su carrera en el Real Madrid, donde siempre fue hombre de equipo.
Durante la primera mitad, mientras presenciaba el duelo ante el Valencia en el banquillo, la grada de animación repitió cánticos en su honor. Calentó deseando que llegase su momento y cuando se produjo toda la afición del Santiago Bernabéu se puso en pie coreando su nombre. Resonaba en el coliseo de la Castellana la ovación de respeto, con una camiseta de enormes dimensiones que ocupaba todo el tercer anfiteatro de altura.
Andaba el ambiente festivo, como si fuera un homenaje y no un partido oficial desde que en el minuto 79, cuando Álvaro Arbeloa entró al campo en lugar de Cristiano Ronaldo. Todos regresaron a la realidad con un golazo de André Gomes, el 3-2. El empate del Valencia daba el título de Liga al Barcelona con el Atlético de Madrid perdiendo ante el Levante. Durante minutos regresó la tensión.
Pitó el final el colegiado y lo primero que hizo Arbeloa fue dirigirse a uno de los mejores el partido, Kiko Casillas, que sustituía al lesionado Keylor Navas y brilló con paradas milagrosas. Álvaro le hizo gestos de admiración, los mismos que no se cansó de dedicar a la grada del Bernabéu. Sentía que era el final de la etapa más bonita de su carrera cuando le fueron abrazando con emoción sus compañeros y algunos rivales.
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