Fuimos una generación privilegiada y no lo sabíamos. La gambeta imposible se hizo terrenal con Lionel Messi. El cabezazo sobrenatural se normalizó con Cristiano Ronaldo y las más grandes aventuras de los últimos quince años encarnaron en una rivalidad pocas veces concebida en la historia del deporte entre Barcelona y Real Madrid: Messi vs. CR7. En Perú, como en muchas partes del mundo, los diarios deportivos desde hace más de década han de estar abarrotados de entrevistas a jóvenes promesas cuyo mayor sueño era ser como el argentino o el luso. ¿Es válido ahora exigirle a nuestros héroes de toda una vida que mantengan el mismo rol de heroísmo aún cuando físicamente son ya más terrenales que nunca?
La proeza de lo cotidiano
Lionel Messi cumplirá 35 años en junio próximo, pero se le sigue exigiendo un rendimiento óptimo como superestrella de fútbol. Ha perdido potencia, agilidad y ese segundo de velocidad sobrenatural que poseía por encima del rival en cualquier acción de ataque: para habilitar o definir. Era veloz mentalmente, hoy esa proeza es intermitente aunque todavía marca la diferencia. Pese a ello, sigue siendo un futbolista de primer orden: juega en un PSG que lidia con su camerino y la obsesión por la Champions.
Abucheado recientemente por los aficionados del PSG, razón de un hartazgo propiciado por cracks que no cumplen las expectativas, Lionel Messi parece a travesar sus horas más grises en el deporte rey. Como si ese tufillo de cuestionamiento que lo perseguía por años en la selección argentina hoy lo atropellara también en el fútbol rentado.
Cinco Balón de Oro, goles memorables, triunfos heroicos y protagonista de una de las máximas demostraciones de fútbol con el Barcelona de Pep Guardiola; Messi ha sido por años el ídolo al que rendíamos pleitesía. Hoy es un futbolista apaleado por su historia. Y es que el hincha, además de emocional es desmemoriado. Incluso con los héroes.
En buen Cristiano
Cristiano Ronaldo cumplió 37 años en febrero pasado y ha encarnado desde hace más de una década todo aquello que se alejaba del talento innato para concebir un héroe de carne de hueso. Un ídolo producto del gimnasio y el sobre esfuerzo más que de la genialidad y la inspiración repentina. Cohabitaba con Messi con antítesis y lo celebraba el mundo entero con clásicos inolvidables entre el Barcelona de Messi y el Real Madrid de Cristiano.
Hoy en el Manchester United, un equipo que lidia con la irregularidad y el estrellato, el futbolista con más goles en la historia del fútbol rentado padece de una crisis propia de su avanzada edad para el fútbol. Tiene 37 años y lidia aún con el rigor del máximo nivel cuando pudo elegir vivir sus últimos años de profesión en una liga de exigencia menor y rodeado de veneraciones a su pasado más que a su presente. Cristiano eligió el reto.
Ha sido eliminado una vez más en octavos de Champions y se lo concibe como un fracaso. Nos olvidamos que sus mejores años ya han pasado y de aquí en adelante, sus logros deben acompañar más a la nostalgia del héroe que fue, antes que al héroe que necesitamos siga siendo.
Quizá la falta de héroes similares a ellos en la actualidad haga que acudamos a ellos todavía. Tal vez ni Mbappé ni Halland son todavía esas figuras capaces de protagonizar una portada aquí o en la China. Ninguno hoy en día alcanza un protagonismo propio de un héroe ni personifica una rivalidad como la que nos regalaron Lionel y Cristiano por años. No hay héroe ni antihéroe actualmente, solo dos villanos culpables por hacernos tan felices y atreverse a dejarnos.
Neymar, lo más cercano a un héroe de ese nivel, ya pasó los treinta años. Síntoma inequívoco de que estamos en una crisis de héroes.
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