
Miles de aficionados húngaros, pero sólo 1.500 del Sevilla y del Bayern Múnich, verán hoy en directo la final de la Supercopa en el Puskás Arena de Budapest, desafiando a la COVID en un partido que la UEFA califica de “prueba piloto” y que ha sido criticado como “experimento humano” por permitir espectadores.
El ente rector del fútbol europeo pidió a los asistentes que actuén de forma responsable y cumplan las medidas introducidas para proteger la salud de todos en la tradicional inauguración de la temporada entre el Campeón de la Champions League y la Europa League.
Las entradas para el encuentro fueron distribuidas electrónicamente. Este primer partido será una prueba de seguridad antes de que se abran los estadios a los espectadores, lo que fue recahzado por la opsición húngara.
Entre las medidas de seguridad, se encuentran el uso de mascarillas cuando no se pueda respetar la distancia social y la toma de tempreratura al ingreso al estadio.
Tibor Lakatos, uno de los coordinadores de las medidas de prevención, afirmó este jueves que la UEFA mantendrá “bajo una burbuja” a los jugadores y al personal técnicos de los clubes mientras estén en Hungría para aislarlos y así evitar contagios.