Mohamed Salah es querido en Liverpool y la selección de Egipto no sólo su talento como futbolista, sino por su generosidad, humildad y liderazgo. Es que no se olvida de sus orígenes y gran parte de su sueldo y de lo que ha ganado a lo largo de su carrera lo ha donado para el desarrollo de Nagrig, el pueblo en el que nació hace 25 años y que sigue sumido en una enorme crisis social. Y en agradecimiento casi lo eligen como presidente.
Su saltol internacional se dio gracias a un partido amistoso entre los juveniles de la selección de Egipto y el Basel de Suiza. Salah fue figura en ese juego y al final le ofrecieron quedarse a prueba. Más tarde firmó y estuvo allí dos temporadas. Comenzó a ganar un buen sueldo, pero siempre donó a los más necesitados gran parte de sus ganancias.
Hoy que Salah recibe más de 100.000 euros al mes y vale 200 millones de euros, ha comprado la primera ambulancia de su pueblo y numerosos equipamientos médicos que mejoran la vida de decenas de personas. Junto a su organización benéfica, aporta cerca de 3.500 euros mensuales para apoyar a las familias de Nagrig. Y tras su fichaje por el Liverpool, lo primero que hizo fue regalar 240.000 euros a un fondo monetario de Egipto.
Salah es tan querido, que en las pasadas elecciones presidenciales obtuvo el segundo lugar en las votaciones, con casi un millón de votos, pues la gente ponía en la cedula de votación su nombre, en lugar del elegido Abdel Fattah al-Sisi y del otro candidato Moussa Mostafa.