Por lo general, los árbitros son malos de la película: es muy complicado que los jugadores de dos equipos que se enfrentan queden satisfechos con sus cobros. Y ni qué decir de los hinchas, que no dudan en reprocharle, con insultos de por medio (casi siempre aludiendo a la autora de sus días), por su 'cuestionada' actuación.
Es bien raro que haya gestos de solidaridad hacia un silbante, lo cual no significa que nunca se vaya a dar. En el último partido entre Alemania y Holanda por la Liga de las Naciones de la UEFA, el defensa Virgil van Dijk fue el héroe de la selección naranja al marcar el 2-2 en la agonía del encuentro.
Si eso le granjeó muchos halagos al central del Liverpool FC, con lo que hizo después de finalizado el duelo se ganó el respeto de todo el mundo.
Sucede que una vez que el choque terminó, Virgil van Dijk se acercó al árbitro Ovidiu Hategan. ¿Para reclamarle por alguna jugada puntual? Nada de eso. Se le acercó para abrazarlo y darle unas palabras de aliento. ¿La razón? La madre del colegiado había fallecido recientemente.
"Él (el árbitro) se rompió y se quedó con lágrimas en los ojos porque acababa de perder a su madre. Le desee fuerza y le dije que había hecho un buen trabajo. Es algo pequeño pero tal vez le ayude", contó el zaguero de 27 años que puso en práctica la virtud de la empatía.