Esta noche, en Ate, al final de la Avenida Javier Prado, así llueva, truene o suba el dólar de manera inopinada, la ‘U’ debe cerrar su pase a la siguiente etapa de la de América. El partido de ida, en Puerto Ordaz, pese a las equivocaciones en el planteamiento del técnico –como ubicar a tan adelantado, por ejemplo- dejó en claro que el rival, el entusiasta Carabobo, es un equipo de nivel inferior. Pero claro, como dice , “esto es fútbol” y Universitario, aunque le alcance el empate sin goles para avanzar, haría mal en pensar que lo de hoy será un trámite y que basta con pararse en el campo y correr un poquito. La camiseta sola nunca gana partidos.

De las lecciones, se aprende. El hincha crema aún tiene fresco en la memoria los episodios negros ante Capiatá y Oriente Petrolero, llaves donde todo estaba a favor y al final la clasificación se escurrió como agua entre las manos.

No debe y no tiene porqué volver a pasar. Al rival venezolano, dirigido por un entrenador que el otro día sacó a su mejor jugador, Edson Tortolero, sin mediar explicación, hay que respetarlo ganándole con autoridad. Carabobo tiene a un ‘veterano joven’ en el arco, Ángel Hernández, que a sus 39 años confirma que en la tierra del libertador Simón Bolívar, siempre encontraremos sabrosas arepas y buenos porteros. También insinuó interesante lo del volante Luis Barrios y paramos de contar. Es un rival al que hay que vencer sin lujos, pero sí confirmando la superioridad que resulta evidente.

Más que en el cauteloso 5-3-2 del oponente, que de visita puede ser algo así como “Todos atrás y Dios adelante”, la ‘U’ debe pensar en corregir sus propios problemas. Se agradece el empuje de Corzo siempre que no genere tanto desorden. Santillán, en tanto, haría bien en tener en cuenta que un lateral, antes que nada, está para marcar, y Millán dejar de jugar como si tuviera una dona en la mano.

Hace falta más dinámica y ritmo para que los de arriba se activen. Dos Santos, el que más claro anda hasta ahora, necesita también la mejor versión de Hohberg y Quintero. Con su gente, con un funcionamiento más fluido, Universitario va por una noche Monumental para después esperar a Cerro Porteño, una historia que será más difícil de escribir con tinta azul para los de Gregorio Pérez.