A veces las circunstancias ponen a alguien en el mayor éxito deportivo de manera impensada, contra todo pronóstico. Pero quizás fue más por cuestiones que se dieron en el momento preciso, como una casualidad que está destinada a ocurrir solo una vez.
Un triunfo en los últimos siete partidos, puso fin al ciclo del portugués Villas-Boas en el Chelsea, en marzo del 2012. La apuesta del equipo inglés no funcionó como con Mourinho. Villas Boas tuvo una temporada histórica con el Porto, ganando los tres títulos locales de la temporada 2011.
El objetivo con Villas Boas era ganar la Champions League, algo que conseguirían, pero no de la forma como la planearon. Roman Abramovich, ruso dueño del Chelsea, tenía intención de contratar a Mourinho o Guardiola, pero eso era para finalizar la temporada. Alguien debía asumir de manera interina o contratar a un técnico de prestigio, pero que esté libre, algo imposible. Las opciones eran pocas.
Decidieron darle el cargo a Roberto Di Matteo, asistente de Villas-Boas. El italiano era ex jugador del Chelsea, jugó los últimos seis años de su carrera en el equipo de Londres y era el indicado, al menos en ese momento, de hacerse cargo del equipo. Tenían que salvar la temporada.
Di Matteo no se complicó, habían jugadores referentes en el equipo, como Drogba, Obi Mikel, Cech y Lampard. Se apoyó en ellos. Los resultados mejoraron, ya sea por un factor de motivación o táctica rígida, lo importante era que había resucitado al Chelsea.
Tras eliminar al Barcelona en la semis, disputó la final con el Bayern Múnich. Thomas Muller adelantó para el Bayern a los 82. Pero Drogba empató a los 88. En penales el marfileño les dio el triunfo.
Renovación obligada
Los planes cambiaron y hasta por un tema de educación y gratitud, correspondía oficializar a Di Matteo, algo que ocurrió. Cuando era el momento de iniciar una nueva temporada desde cero, parece que todo fue más complicado. Los resultados no acompañaron, perdió las dos finales de Supercopa y su ciclo terminó.
El Schalke contrató a Di Matteo, pero tampoco los resultados tampoco acompañaron, como antes había ocurrido en sus pasos por el Milton Keynes y West Bromwich Albion, experiencias previas a ser asistente en el Chelsea.
El 2016 su última experiencia fue en el Aston Villa. Dirigió 12 partidos, ganó 1, empató 7 y perdió 4. “Paré para quedarme en casa con mi familia después de pasar muchos años fuera. Ha habido contactos (con otros equipos) pero quería parar. Ahora estoy listo para empezar de nuevo”, dijo en una entrevista del 2020. Todavía sigue sin equipo.
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