Johannesburgo, Sudáfrica | EFE Algo se guarda Holanda en el dobladillo de la manga, algo que ayer se negó rotundamente a enseñar durante su sesión de entrenamiento en las instalaciones de la Universidad de Witwatersrand, cerrada a cal y canto y estrechamente vigilada por las fuerzas se seguridad. Algunos aficionados “oranje” y un puñado de cámaras se pasaron por allí para tratar de escudriñar entre las rendijas y dar con una pista que revele parcialmente las intenciones de Holanda para hacer bueno el dicho que asegura que a la tercera va la vencida, pero nada vieron. Holanda comparece en su tercera final y hasta sus compatriotas más ilustres, gente como Van Nistelroy, Cruyff o Koeman, e incluso los adivinos más reputados, como el mismísimo pulpo Paul, le otorgan el papel de cenicienta, el de la condenada muerte camino del patíbulo.