El fútbol peruano también necesita su cuestión de confianza y disolver, porqué no, viejas prácticas que a veces nos han pintado como una república bananera deportivamente hablando. La selección peruana llegó a un Mundial y el país lo disfrutó, pero más allá del champagne descorchado y las noches interminables de júbilo, pasados los meses, poco o nada ha cambiado en cuanto a formalizar el desarrollo del campeonato nacional, la búsqueda de talentos y la formación de nuevos jugadores.
De Oviedo a Lozano, de Daniel Ahmed a Nolberto Solano, queda claro que la Federación Peruana de Fútbol carece de norte, de liderazgo y de un rumbo fijo. En la Videna quisieran que los éxitos innegables de Ricardo Gareca con la selección lograran que todo el mundo mire para otro lado. Pero ni el ‘Tigre’, con su alto índice de aprobación a su gestión con el equipo de todos, puede evitar que se diga que en la FPF no han sido capaces de aprobar siquiera sus estatutos y generar consensos.
Este 14 de octubre está pactada la próxima Asamblea de Bases y no hay unanimidad en darle visto bueno a la propuesta como está. Varios clubes profesionales piden más participación y hasta pidieron reuniones en Zúrich, entre ellos Alianza Lima y Sporting Cristal. Se exige, entre otros puntos, que cada uno siga manejando sus recursos de televisión y marketing -la FPF desea hacerse con todos los ingresos por este rubro de radiodifusión e imagen y administrarlos ‘equitativamente’-, así como transparencia para gestionar los ingresos que genera la selección, pasar a tener 30 delegados en la Asamblea de Bases -para no seguir siendo minoría ya que las ligas departamentales tienen 25 representantes- y también, por ejemplo, revisar los requisitos para tentar un cargo en el directorio federativo. ¿Si no hay acuerdo, se viene una comisión normalizadora desde FIFA?... Es una posibilidad.
En esta idea, no sorprende que algunos protagonistas de nuestro fútbol hagan de la cultura de la victimización, casi una forma de sobrevivencia. Ahí va el técnico íntimo Pablo Bengoechea, ciertamente, criticando todos los arbitrajes de un rival sin recordar el gol legítimo que no le cobraron a Melgar el año pasado en Arequipa y les permitió meterse en la final ante Cristal o sin decir nada de la ‘amigable’ actuación del otro día del réferi Víctor Hugo Carrillo en el apretado triunfo sobre Pirata.
Falta criterio, lógica. También en el entrenador Ángel Comizzo para evitar decir esta barbaridad: “Me parece extraño que me convoquen a un jugador a las ocho de la mañana” (¿Qué hora le gusta, ‘profe’, tal vez después de tomar el té?) y en Sport Boys para deslizar que podrían pedir los puntos porque Alejandro Hohberg, al ser llamado, no debió jugar. En tanto, el ‘U’-Cristal, así tenga más ausencias que un número de trapecistas cuando se cambia la red protectora por una tela de araña, debe jugarse. Es problema de la Liga 1 por programar en fecha FIFA. Basta de informalidad y huachaferías. Es hora de ser serios y defender, entre todos, el producto fútbol.