En una tanda de penales de infarto, Perú se impuso a Uruguay en cuartos de final de la Copa América 2019. Pero, no le fue nada sencillo lograr este triunfo, ya que se enfrentaron a un equipo superior en todas sus líneas y con mejores individualidades, lo que obligó a la bicolor a ponerle más actitud y coraje para igualar el partido. Y eso es lo que más se le rescata al equipo: la entrega y la recuperación que tuvieron.
1. El VAR es peruano
Cuando Uruguay logró generar peligro en arco nacional y hasta anotar tres goles, el VAR y el árbitro nos dieron la razón. Fue un golpe anímico tan poderoso en la selección peruana, que tras la intervención del videoarbitraje, salía más fuerte a jugar, como si sintiera que el destino también estaba de nuestro lado. Si tan solo uno de los tantos hubiera sido cobrado, la historia se contaría de manera diferente, pero el arbitraje fue acertado en todo momento. De Arrascaeta, Cavani y Suárez sufrieron de las decisiones y revisiones, a pesar de que ya estaban celebrando y gritando sus goles.
2. Una idea conocida
La selección volvió a sus inicios: el clásico 4-2-3-1 que nos dio la clasificación al Mundial y con la que jugamos en Rusia. Pero, más que la alineación, también jugó con los mismo nombres: Flores y Carrillo por las bandas, Cueva de enganche. Este estilo de juego ya es conocido por todos los futbolistas peruanos, lo que nos permite actuar con tranquilidad y automatismo en el campo. También sirvió para juntar las duplas otra vez, como la que se forma entre Flores y Trauco, o la ‘Culebra’ y Advíncula. Esto permite mantener un equilibrio en la defensa y el ataque, con mucho más velocidad, recorrido y marca en diferentes sectores.
3. Sobró la actitud
Tal y como lo dijo Gareca, sobró actitud y tranquilidad. En el partido y en la tande de penales, ya que Perú no se doblegó ante los antecedentes (venía de un 5-0), los goles anulados de Uruguay y la condición de ‘patito feo’ que le pusieron muchos. Al contrario, salió a pelear siempre. En los penales, tuvimos frialdad para no fallar ninguno, pese a que nos encontrábamos frente a una situación a muerte. Volvió ese orden y coraje peruano.
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4 Volvimos a tenerla
Ya habiendo hecho hincapié en lo bien que nos sienta jugar con el clásico 4-2-3-1 y la actitud de todos los jugadores, es grato ver que Perú volvió a tener el balón. Aún sin hacer mucho daño en el arco contrario (aunque nunca se ha sido un equipo goleador), los jugadores controlaron el juego mucho mejor que ante Bolivia y Venezuela en primera fase. Tuvimos una ligera ventaja al final (51% sobre 49%), pero esto es rescatable. La idea de poner a Cueva de enganche y librarlo de la responsabilidad de la marca y recorrido también es importante. Al igual como juntar otra vez a Flores, Trauco, Yotún y ‘Aladino’, que juntos la ‘rompen’.
5 Gracias, Gallese
Y por último, Pedro Gallese. Los días previos, el portero cargó la responsabilidad de la dura caída ante Brasil y hasta pedían que se quede en la banca de suplentes. Pero entró de titular, tuvo un cotejo de ensueño y cerró con esa tapada al penal de Luis Suárez. Y así le calló la boca a todos. Sin embargo, la oportuna recuperación de Gallese transmite mucho más, ya que simboliza la de todo el equipo. Perú volvió a creer en sí mismo y demostró que esa es la clave para ser -otra vez- ese equipo que pelea ante todos: la confianza. Gallese fue el mejor del partido y nadie merecía el triunfo más que él.
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