Han pasado tres días desde que Paolo Guerrero llegó a Lima y su semblante es totalmente diferente al que mostró cuando pisó el aeropuerto Jorge Chávez, con ese gesto de dolor que alarmó a todos, hasta al más escéptico, porque el ‘Depredador’ de la selección peruana es nuestra carta de gol, nuestro estandarte y en algunos momentos, cuando no aparece alguna genialidad de Cueva o de algún otro, sentimos que no somos nada.
Su rostro en estos días ha dejado de lado esa expresión adusta, llena de angustia, para darle pasó a una sonrisa plena que nos llena de esperanza, porque indica que está bien y que en Asunción estará con la banda de capitán de la selección peruana, preparado para pelear cada pelota con los recios defensores guaraníes.
Todo lo ve gol
El delantero de la selección peruana volvió a entrenar con normalidad. En un primer momento, cuando Ricardo Gareca hizo una práctica de fútbol con la Sub-17, no participó, pero luego en los trabajos de definición estuvo intratable, se le vio totalmente recuperado, moviéndose sin ningún problema.
El ‘Tigre’ Ricardo Gareca ordenó centros desde ambas bandas, la pelota salía desde el medio hacia alguno de los lados y llegaba al área para que los que pasaban el balón ajusticien al arquero.
La mayoría de centros que recibió Paolo Guerrero terminaron besando la red y dejando sin chance a Gallese, Cáceda o Carvallo, quienes se turnaron en el arco y sufrieron el poder de definición del delantero peruano. Después de estos ejercicios de definición, Guerrero se quedó pateando penales y ahí también estuvo efectivo en cada lanzamiento.
Pide la pelota
A pesar de que está en capilla, porque si recibe una amarilla más se perdería el duelo ante Brasil, el ariete peruano no se guardará nada en el Defensores del Chaco.
Saldrá con el mismo compromiso a dar todo por la bicolor para conseguir los tres puntos, aunque en los próximos días Marcelo Márquez, psicólogo de la selección, realizará un trabajo especial con él, para que no reaccione ante las provocaciones y no reclame de manera airada al árbitro cuando no esté de acuerdo con algún fallo, para no ser amonestado de manera infantil como ha ocurrido en ocasiones anteriores, porque lo necesitan el próximo martes.
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