El Real Madrid se despidió de la Liga tras tropezar ante el Sporting de Gijón (0-1) en el estadio Santiago Bernabéu, un fortín hasta ahora para cada uno de sus visitantes, en vísperas de la semana grande, a la espera del Tottenham, lastrado por numerosas bajas y sometido por el orden y la ambición de un rival encendido. Nadie hasta ahora había logrado sumar en el recinto blanco esta temporada. Un lugar prohibido para los forasteros. Una garantía de éxito para los blancos. Jose Mourinho, que llevaba nueve años sin perder como entrenador local en las respectivas ligas que ha disputado, lo profetizó en la víspera. Dijo que una derrota ante el Sporting sería el adiós a la Liga. Así ocurrió. En una sesión marcada por el madridismo como propicia. En la que suspiraba con una reducción de la desventaja con el Barcelona, que visita al Villarreal. Y a dos jornadas del clásico contra el conjunto azulgrana. El drama llegó para el Real Madrid a doce minutos del final. En la acción más elaborada del partido, Miguel de las Cuevas batió a Iker Casillas a centro de Nacho Cases. El Sporting incendió el partido. Sacó la cara impotente de su rival, en la peor versión como local de la temporada.