Escribe: Fernando Jiménez Desde Buenos Aires - Argentina Fue emocionante, corajudo, sublime e indes-criptible. La alegría y el llanto emocionado de todo un país. Hacía cuanto tiempo no disfrutábamos esto. Ver a un Paolo Guerrero, valiente, soberbio, grandioso y letal gritando sus tres golazos inenarrables y pidiendo el podio de ser elegido como El Mejor Jugador de la Copa América. Fue una despedida justa, soñada y merecida. Un tercer puesto que nos devuelve al protagonismo y respeto de antaño. Un triunfo que abraza el alma. Que ilusiona y renace la esperanza que vamos por el camino correcto. "No hemos ganado aun nada...", dijo Markarián en la conferencia de Prensa final. Pero fue un exceso de modestia. Si, se ha ganado la consideración en el contexto sudamericano. Nos vamos goleando a la revelación de la Copa: Venezuela: Sin los pergaminos de los grandes, ni arrogancia de los que creen ser y no lo son cuando deben demostrarlo. Pero la "Vino tinto" no fue un rival fácil. Nos vamos con la seguridad que se cerró con broche de oro un torneo en el cual veníamos a defender el último puesto. Nos pusimos nerviosos cuando leíamos las primeras planas que cada día que pasaba se lesionaba una estrella. El destino quiso que once hombres arriesgaran sus piernas, con menos categoría quizá que las estrellas, pero con los testículos de los varones cuando se ponen como objetivo defender con alma, corazón y vida la divisa nacional. Nos vamos con el autoestima en su lugar. Ni más ni menos. Por suerte, por idiosincrasia somos sencillos y modestos. No estamos arropados de arrogancia y altivez. Tomemos con alegría, y el pecho henchido este logro, pero con serenidad y calma que aun falta un duro y espinoso sendero en las Eliminatorias. Ya llegó el Mesías que anduvimos buscando muchos años. Ese pensamiento mesiánico de Markarián fue vital para encontrarle la vuelta a algo que lo teníamos escondido sin que aflore. Así como hace muchísmos años en este país, el Nene Cubillas dejó su sello cuando le ganamos a Escocia, ayer Paolo Guerrero puso su rúbrica al continente volviendo a hacernos reír y llorar, sentimientos encontrados, cuando habíamos tocando fondo para ser ahora terceros en toda Sudamérica.