Limeños hacen colas en los diversos bancos para recibir el bono de S/380. Foto: Leandro Britto (GEC)
Limeños hacen colas en los diversos bancos para recibir el bono de S/380. Foto: Leandro Britto (GEC)

En las tardes de sol, Lucas Khaled se echa en el mueble y mira el techo. La televisión le dejó de parecer atractiva. A veces agarra un muñeco; otras, su curiosidad se eleva a la ‘n’ potencia y pregunta por qué los plátanos son amarillos o si un humano podría vivir en el espacio.

Por Renzo Morales

Como todo niño de cuatro años, le cuesta un poco entender la situación que vive el mundo. Reniega. Hace un mes corría para mojar a sus primitos, y hoy no puede poner ni un pie fuera de la casa. A veces cree que lo han castigado. Se para sobre el sillón pegado a la ventana y mira la calle vacía, el sol rebotando en la acera, el jardín donde hace poco se sentía Indiana Jones.

Le hemos hecho creer que esto es una misión -como una especia de juego, aunque no lo consideremos uno-, que para ganar hay que lavarse bien las manos, y que los malos están allá afuera, que son invisibles y esperan a que los niños salgan para llevárselos. Mentirillas inocentes. Lucas se emociona y desde que despierta, le pregunta a todos si ya se lavaron. Si no lo hicieron, les advierte que perderán puntos y lleva una cuenta imaginaria.

Entonces, a la mascarilla se le sumaron otros artículos de supervivencia: una metralleta de plástico en la espalda, un casco verde, un frasco de gel en el bolsillo y una inocencia angelical para creernos. Su imaginación es tanta que desde la ventana jura que logró divisar un enemigo a lo lejos. Le dispara, pasa la voz, celebra los triunfos, los enemigos caídos, los días de vida.

Ya va a ser una semana, y a veces pregunta cuándo se sabrá quién ha ganado. Nos quedamos en silencio. Nosotros tampoco lo sabemos. Pero, nos excusamos en que es una cuenta diaria y que la clave es ganar todos los días. «¿Entonces voy ganando?», pregunta. Le respondemos que sí. Que pronto será el campeón.

En su mente es así: le está ganando al coronavirus. Y en la nuestra también. Despertar sanos cada día es ganarle a esta pandemia. Él la está venciendo desde casa y ver su sonrisa cada hora hace que estos días sean bellos. Hoy, la vida es bella... Es bella en casa, porque en casa hay vida.

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