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tuvo un año discreto en gran medida por causa del trabajo de sus entrenadores, -casi toda la campaña- y Juan Jayo Legario -al final-. Este es un análisis de lo que pasó en Matute con estos personajes en el 2016.

LO BUENO
Es difícil encontrar el aspecto positivo a la gestión de Roberto Mosquera. Posiblemente solo se pueda mencionar al crecimiento y despegue total de Óscar Vílchez, un jugador de treinta años, pero que en el Alianza 2016 demostró mucha calidad en el medio sector para recuperar la pelota y producir fútbol. Al inicio no se lo notaba cómodo con Luis Ramírez, poca comunicación y eso Mosquera no lo pudo remediar.
Pero Vílchez sí llegó a la selección con Ricardo Gareca e hizo una notable Copa América Centenario. Mosquera se jactaba de haber aportado a un gran jugador al equipo, pero luego hubo distanciamiento cuando el jugador se quiso marchar al extranjero y el técnico le puso candado.

LO MALO
Los magros resultados en casa fueron evidentes. Solo pudo ganar 8 de 18 partidos en casa y ahí radicó su mala campaña. Y no solo se trataba de una crisis de resultados porque el juego del equipo era deprimente para los hinchas. Nunca hubo asociación entre las líneas ni idea de juego. Si Alianza obtenía un gol era por maniobras o gestos individuales más que colectivos.

LO FEO
A Roberto Mosquera le ganó el personaje muchas veces y decir que Alianza sería un equipo en el que se vería su mano desde el primer partido le costaría muy caro. Pero adicionalmente algo feo pasó en Alianza en el 2016 y fue la permanencia de Juan Jayo, miembro del comando técnico de Mosquera, como reemplazante de quien aceptó su presencia a inicios de año casi obligado.
El mensaje fue muy malo porque durante semanas se habló de que era evidente la 'camita' de Jayo. Sin embargo, el equipo tampoco jugó nada bien y sobre el final hasta Johnnier Montaño se le rebeló al novel técnico. Alianza perdió puntos increíbles y ni los que la Comisión de Justicia les dio por los clásicos ante la 'U', alcanzaron para meterse al cuadrangular final.