La mayor duda para decir que sí era su afición por el Barcelona. Neymar era su ídolo, pero a los 9 años Manuel Robles tenía la gran oportunidad de llegar al equipo de Cristiano Ronaldo. Era el verano del 2016 y el club Real Madrid se había contactado con sus padres para proponerle viajar a España y unirse a sus canteras. El sueño de cualquier niño estaba a un sí.
Destacaba entonces en la categoría 2006 de la Academia Cantolao y su fútbol prodigioso encandilaba a todos. El Real Madrid, experto en descubrir joyas por todo el mundo, ya lo había detectado y lo quería en un avión lo antes posible.
Es en esos días, mientras tomaba la decisión más importante de su vida, tuvo su primer encuentro con el mar. 'Salía a jugar con la arena en la playa y un día de casualidad me dijeron para hacer tabla, lo hice y me gustó. La tabla me cambió la vida por completo', confiesa Manuel, quien está orgulloso de ese giro radical en su destino a tan corta edad cambiando al Real Madrid por el surf.
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Y fue así que cambió los posters de Neymar y Barcelona por videos de olas y giros alucinantes en YouTube. 'Surfistas, como Miluska Tello y Sofía Mulanovich, me apoyan. También Analí Gómez. Ellas me ayudan y me enseñan, me dan consejos. Quiero ser el mejor, salir campeón y llegar al Circuito Mundial', dice el pequeño gigante de las olas. Lo dice con una convicción que sorprende. Habla del surf y las olas como un veterano, aún cuando sabe que tiene mucho por aprender.
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El deporte y la disciplina lo lleva en la sangre. Su papá, quien lleva el mismo nombre, es semifondista y su mamá, Zoila Laguna, corre 42K por semana. La familia entera se mudó a San Bartolo por él. Y él responde a su pasión con mucho esfuerzo para llegar a ser el mejor. Se levanta a las 4 de la mañana para ir a entrenar y luego al colegio. Sale como loco de sus clases solo para volver a entrenar. Pero no todo es alegría. Hoy su ilusión más grande está en juego. Manuel Robles forma parte de la Academia de Surf de Sofía Mulanovich, academia que tras cinco años cerrará en unos meses por falta de auspicios.
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