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Debió ver ese pecho más caliente que nunca, agolpándose en cada puño, no frío, no tibio. Ardiente. Sí, era Maestri. El Tanque erigiéndose por los aires, limpiando la superficie curvilínea de la pelota con un testazo seco y silencioso para encomendarla hasta lo más íntimo de las redes. Palpando la centena con la celeste, en un romance de lo más erótico. De esos donde el amor y el odio se enamoran en un apasionado grito. Flavio Maestri, el interminable nueve, anotaba el 2-0 y su gol cien con los rimenses, era el 47 del primer tiempo y el Vagón había burlado a Chacón por derecha para lanzarle un centro limpio bien clavado por el Tanque. Una jugada antes, el diminuto Vergara dejaba en ridículo a Prado para ver su gol ahogado en una increíble atajada de Carvallo. El ritmo entre celestes y ancashinos daba para el aplauso. Pero ya a los 28 Villalta había inugurado la cuenta. Ante un bloque defensivo pasivo, el Oso peinaba de espaldas un balonazo de Sheput en tiro libre por derecha, para liquidar al portero Schmidt. Hasta ahí Prado trepaba para los centros a la calle, lo mismo hacía Rivas en la visita. Así, Cristal hilvanaba juego con Maestri retrasado para que Ísmodes se sume por izquierda. Pero faltaba apretar el puño para ahogar a la tibia defensa de la Amenaza. El gol de Villalta y la inquietud del Vagón eran la llave para el frágil cerrojo. Ya en la segunda mitad, con un 2-0 a favor, siguió intenso el juego. Serrano deja sólo al ingresado Vasallo, pero éste se duerme y no logra cucharear la pelota a la salida de un seguro Carvallo. Vergara seguía burlándose de Prado, pero ahí quedaba. El tercero llegaba en pies del Vagón a los 33, tras un remate de Maestri que le queda para sentenciar. A los 44 otra vez el colombiano marcaba el cuarto y sellaba la goleada. Era el mejor del campo, apenas opacado por el temple del Tanque, la resistencia de ese muro llamado Flavio, el nueve.
