Su rostro desencajado era evidente. Anoche en el banquillo, Luis Fernando Suárez se jalaba los cabellos, se inclinaba al ras de la cancha, gritaba, debatía con su cuerpo técnico, realizó variantes, pero no encontró la solución a sus problemas.
Aquel equipo que ilusionó en el último amistoso empatado (2-2) ante el eterno rival en Trujillo estuvo desdibujado. Sin orden, sin garra, sin timón, el once lo decepcionó. Una vez más, el hincha abandonó el estadio expulsando su bronca, desquitándosela con José Del Solar, con los jugadores, con ellos mismos en tribuna norte.
"Hay muchos jugadores que están en deuda. En la volante y ofensiva tenemos que hacer cambios. Los que ingresan tampoco dan soluciones. Espero que los refuerzos se adapten rápido, pero tendremos que esperarlos hasta agosto", expresó el colombiano.
Acto seguido, prosiguió: "Esta situación causa tristeza, preocupación. Esto se soluciona con trabajo, con personalidad, con carácter. Yo he vivido esto antes, pero tenemos que darle un solución inmediata a los problemas. Acá somos responsables todos".