En el vestuario nadie se animaba a celebrar el triunfo sobre Cristal, porque en Caraz se jugaban los último minutos del Ancash-Minero. Hasta que se escuchó ¡Goool! de la Amenaza verde y las lágrimas empezaron a bañar los rostros de los blanquiazules. Alianza se había salvado de la baja. El Pato Quinteros, Kojhi Aparicio y Marko Ciurlizza no pudieron contenerse y desfogaron toda esa bronca que tuvieron guardada en este año lleno de sufrimientos. A un lado, José Soto se secaba asolapadamente las lágrimas porque se había cobrado una revancha personal y conseguía su objetivo de salvar a Alianza Lima de la baja. Esta vez no hubo música en el camarín, sólo silencio y llanto. El presidente Carlos Franco se unió al grupo y le agradeció por haberle devuelto la tranquilidad a todo el pueblo blanquiazul, que una vez más no le falló a su equipo e hizo sentir su aliento en Matute. Nos quedamos con la imagen de Johnnier Montaño al salir del vestuario. Sus ojos no podían negar que había llorado, pero el colombiano, que había decidido no hablar en la recta final del torneo, confesó que las críticas en su contra le habían hecho mucho daño. Nunca lo dije y me lo guardé, pero me han hecho daño los comentarios de mucha gente que no sabe cómo sufrí todo este tiempo, pero se cumplió con el equipo, dijo. Hace dos años, a estas alturas del año, el vestuario aliancista explotaba por haber conseguido un título. Esta vez fue diferente. Los jugadores lloraban de alegría, pero por haber salvado a Alianza del descenso.