Cuando no hay triunfos y las alegrías se vuelven escasas, hasta el hincha más ferviente puede convertir su fidelidad en furia y eso fue lo que sucedió ayer en La Florida, a donde el Extremo Celeste acudió para pedir explicaciones a Juan Carlos Oblitas, Flavio Maestri y otros referentes. Desde las nueve de la mañana en las afueras del lugar, se empezaron a congregar miembros de la barra. En un inicio eran apenas diez los que buscaban al Ciego y al Tanque Maestri, pero al mediodía, cuando las prácticas habían concluido y los jugadores salían presurosos en sus autos, en la puerta una turba de más de treinta hinchas los interceptó exigiendo buenos resultados. Mientras esto sucedía en el frontis cervecero, al interior Juan Carlos Oblitas y su hijo eran advertidos del peligro que corría si es que se encontraba con el Extremo. El pánico se apoderó de ambos y sin perder tiempo abordaron su camioneta negra de lunas polarizadas para emprender la huida por una pista de trocha que los condujo hasta un portón trasero, que daba a la avenida Balta cerca al Fuerte Hoyos. Pero Oblitas no sería el único en escapar de los hinchas, pues Maestri le siguió el rastro al técnico y abandonó La Florida en medio de los desaforados gritos que emergían del Extremo, que no se cansó de pedir que el atacante dé la cara. Unos minutos antes, en conferencia de prensa Oblitas había expresado su indiferencia ante la actitud de los hinchas. Sé de dónde vienen los ataques, todo esto es dirigido y no me voy hacer problemas. Tampoco voy a reclamarle a mis jugadores sobre la derrota, debemos corregir errores y pensar en un triunfo ante San Martín, indicó. El único que habló con los hinchas fue Roberto Palacios. El Chorri aclaró algunos puntos con ellos durante cinco minutos y luego se marchó. El Extremo espera que el equipo levante su juego, de lo contrario no dudará en volver a ajustar al plantel.