Hay un viejo axioma en el fútbol: equipo que tiene pretensiones de campeonar en un torneo siempre debe sumar de a tres en casa. Esa premisa, dicen, es un remedio infalible para codearse con el éxito. Sin embargo, ayer Cienciano alteró la teoría e hizo todo lo contrario. Y Julio César Uribe, como era de esperarse, explotó de ira. Porque igualar (1-1) en casa, a más de 3 mil metros de altura sobre el nivel del mar, no es un negocio redondo. Pero no hay que ser mezquino. Si el Papá no pudo salir airoso fue, en gran medida, a la notable producción del cuadro poeta. Los dirigidos por Mario Viera saltaron al gramado del Garcilaso con la firme convicción de no dejarse avasallar. Es cierto, no tuvieron muchas situaciones de gol, pero el Torito Antonio Meza Cuadra, las veces que pudo, siempre se las ingenió para embestir a la zaga imperial. A los 21 de la etapa inicial, un error en salida de José Corcuera fue bien aprovechado por Meza Cuadra, quien definió con remate cruzado ante la salida del golero Johnny Vegas: 1-0. Y el poeta entonaba su mejor verso ante un rival que practicó un fútbol chato y pusilánime. Cuando la Furia Roja empezaba a arremeter contra sus jugadores, cuando Uribe clavaba su mirada al vacío, cuando los recogebolas se disfrazaban de Usain Bolt para alcanzar a tiempo los balones que caían fuera del campo, apareció la viveza del colombiano Oscar Villarreal, a seis minutos del cierre de la primera fracción, para firmar el empate final. Hay un viejo axioma en el fútbol: equipo que tiene pretensiones de campeonar en un torneo debe sumar de a tres en casa. Y ayer Cienciano alteró la teoría e hizo todo lo contrario. Lo sabe Julio César Uribe. Lo requinta Juvenal Silva. La punta del torneo paseaba por Cusco y la dejaron escapar.