De un momento a otro, la cancha donde se jugaba la pichanguita entre naranjas y azules, se convirtió en un cuadrilátero de boxeo, en el que el paraguayo Roberto Ovelar y Jorge Molina se agarraron a trompadas en presencia de sus compañeros y los miembros del comando técnico. Todo comenzó cuando Koki Molina fue a disputar una pelota con el paraguayo, quien le recriminó algo al joven jugador, mientras éste corría tras la pelota. De pronto, el volante volteó y fue a responderle al delantero. No se sabe qué se dijeron, pero Ovelar empujó al mediocampista y se agarraron a puño limpio. Luego, Molina le conectó un cabezazo al Búfalo y éste respondió con sendos puñetazos. Sus compañeros, que al comienzo se quedaron sin reacción, corrieron para separarlos. El Chino Contreras fue el primero en tratar de contenerlos. Era imposible. También estuvieron Corzo y Corrales, pero nada los separaba. Al rato, Ovelar cayó y Molina comenzó a rellenarlo a patadas. Uno de ellas llegó a impactar en el rostro del guaraní y le produjo una hematoma a la altura del ojo izquierdo. Todo duró tres minutos. Ambos fueron sacados de la práctica. Molina se quedó a un lado, mientras que Ovelar se retiró a las duchas y luego se recostó en el campo. Los trabajos siguieron, pero el comentario generalizado en el Club Esther Grande de Bentín fue la pelea.