Cada balón que inflaba las redes de Jesús Cisneros era una especie de catarsis a tanta presión acumulada en el pecho. Alianza Lima liberó sus miedos y, paradójicamente, sopló con fuerza al ‘Ciclón’. Los blanquiazules aplastaron a un irreconocible Juan Aurich en Matute y le pusieron fin a una racha de tres partidos seguidos sin ganar en casa.
La efectividad fue el arma principal de un equipo que abandonó el libreto uruguayo para encontrar algo mejor. Los íntimos fueron aquella muestra de explosión y contundencia que ilusiona y regocija a sus hinchas, pero cuyo protagonista tuvo nombre y apellido: Kevin Quevedo.
El delantero de 20 años resolvió todos los problemas que Pablo Bengoechea arrastraba desde semanas atrás. A su corta edad, se puso la capa del héroe, asume el rol protagónico con firmeza y marcó cuatro tantos en un partido atípico para quienes lo vimos. Quevedo nunca olvidará el día en que por primera vez anotó en el fútbol profesional.
¿Por qué? Es sencillo, porque aquel día hizo cuatro goles y fue el centro de atención de las 15 mil almas que le dieron color a un tarde magnífica para el pueblo blanquiazul.
De ida y vuelta
La fiesta fue de Alianza Lima. ¡Qué duda cabe! Si todo salió como no estaba planificado. Y digo esto, porque nada de lo que ocurrió sobre el gramado de Matute lo esperaba Pablo Bengoechea.
El uruguayo cambió de sistema para afrontar este duelo. Usó un 3-4-1-2 con Germán Pacheco y Quevedo en el ataque. Las críticas eran tantas por la falta de un ‘9’ que el técnico decidió jugársela con dos atacantes.Esa apuesta rindió sus primeros frutos en los primeros minutos de juego cuando ambos equipos apenas lograban acomodarse en el terreno.
Los íntimos encontraron dos goles rápidos que fueron un presagio de lo que ocurriría después. Luis Aguiar, en dos ocasiones, encontró la ventaja antes de los 23’. La letalidad del local era clara y más teniendo en cuenta la displicencia defensiva de Juan Aurich.
Pero la desconcentración defensiva apareció para arruinar la fiesta y el ‘Ciclón’ respondió con goles de Renzo Sheput y Jean Pierre Archimbaud. Las cosas volvían a su cauce normal.Lluvia de golesEl mal funcionamiento en defensa casi opaca un espléndido partido.
La reacción fue instantánea para alivio de Gonzalo Godoy, gestor del penal en contra para los aliancistas. Esta vez, Luis Ramírez sacó un derechazo colocado que batió a Cisneros. Y más tarde, Quevedo haría su aparición en el marcador con un tanto antes del final del primer tiempo.Todo fue más fácil para los blanquiazules en el complemento.
Con un rival tirado al ataque y con esa coladera que hacían llamar ‘defensa’ llegaron uno tras otro los tres últimos goles de Quevedo.A los 60’, 71’ y 82’, el atacante apareció para convertir en pesadilla los sueños del ‘Ciclón’ y vulnerar las redes de Cisneros una y otra vez en el partido. La fiesta estaba completa y el hincha celebraba en las tribunas con esa ilusión que no entiende razones.
El árbitro Luis Garay no dio tiempo para más y pitó el final de un partido que nadie esperaba, pero que todos gozan en este momento. Alianza Lima volvió a ser un equipo que gana, gusta y golea, pero con las deficiencias defensivas que están latentes.
Si bien es cierto que la cantidad de goles es digna de resaltar, Alianza todavía no es ese equipo compacto que busca Bengoechea para ser candidato y pelear el título.Pero esa es otra historia. Por ahora, queda la satisfacción de haber sumado tres puntos y de saber que se puede jugar de otra manera, con más fútbol y contundencia.
[Resumen del partido]