Aunque parezca una victoria cualquiera la de ayer, no lo fue. Ganar significó mirar al Aurich sin necesidad de un largavista. Está tan cerca que un impulso los dejaria codo a codo. Además, Alianza rompió su racha negra en Matute, en donde ha sido un frágil local. Los íntimos tuvieron que usar el famoso cuchillo entre los dientes, tan publicitado en la semana, para quedarse con tres puntos que valen más ante la inferioridad numérica. El triunfo se sostiene en lo obtenido en rendimiento y goles en el primer tiempo y en la celosa actitud del complemento para defender lo conseguido. Si Peinadito dejó en el banco a Reaños y Benavides para bajarle los decibeles al conflicto, también le redujo el armamento a sus soldados, un handicap que se transformó en escaso manejo del balón y nula explosión por la banda y si a eso le sumamos lo dormido que entró el equipo. el gol era cuestion de tiempo. Anzola ya era figura y no habían pasado ni 15 minutos. Sin escollos en el medio, los de Costas tomaron la cima de la montaña y así la estrategia podía rendir frutos. Montaño claro, pícaro, pero sobretodo jugando para el equipo, encaró siempre con éxito hasta que se le presentó una pelota detenida. Su caricia al balón llevó la potencia adecuada para sobrevolar las cabezas y caer junto al poste derecho. Pintura y premio al mejor con la pelota, a los 9 minutos. El desconcierto ayacuchano no tenía fin y Alianza, a sus anchas, siguió elaborando llegadas una tras otra, pero pecó frente a Anzola, la claridad de Montaño era la oscuridad de Velásquez que jugaba otro partido. Sin embargo, fue mejorando. Cuando peor jugaban los de Ospina llegó el empate de Tragodara. Gol monumentalmente impredecible y de regreso a los fantasmas. Ramírez rescato una pelota que parecía se le iba larga y su centro atrás dejo al volante a solas con el uno a uno a los 24. A empezar de vuelta, pero con los atajos ya aprendidos. Había que explotar la pasividad de los centrocampistas y echar a correr al Zorrito Aguirre ante un indefenso Andy Salinas, Montaño no dejó de romper el orden defensivo. La balanza la volvio a inlicnar el blanquiazul. Con Reaños en el campo y la desaprobación de la gente, Aguirre levantó un centro que parecía no llevar riesgo, pero el manotazo del arquero descolocó al defensor y le dejó servido el gol a Velásquez que no tenía forma de equivocarse. A los 35, otra vez en ventaja y con sensación de amplia superioridad. Todo parecía controlado pero Villanueva vio agresión en un salto de Velásquez con Zapata y expulsó al aliancista. Se encendía una alerta que no se apagaría hasta el minuto noventa. La preocupación se apoderó de Matute cuando Quinteros simuló un penal con una amarilla encima. El juez le mostró la segunda y eso si era pasar del caribe al polo norte sin saber cómo. Para la suerte de Costas, Inti Gas no le sacó provecho a la inesperada ventaja y por el contrario el colorado Leiva se dejó expulsar por entrarle peligrosamente a Jayo. Los ayacuchanos se decidieron a dar el todo por el todo, pero no les alcanzó. No habrá clásico por ahora, pero si la propuesta se parece a la del comienzo del juego, la paciencia podría ser recompensada. ERICK OSORES