Alianza Lima: “Tres puntos de sutura” por Renzo Morales
Alianza Lima: “Tres puntos de sutura” por Renzo Morales

Su celular sonaba sin cesar. Era viernes en la noche, el temible fin de semana, y sus amigos lo llamaban una y otra vez. Pero sabía que no debía contestar. No era correcto hacerlo. Ya no más.

Juan Meza apagó las luces, le puso cerrojo a la puerta, como si se tratara de un candado a todos los demonios que lleva dentro y que iban a querer escapar tras la medianoche, y se sentó para ver televisión. Jugaba , se enfrentaba a Municipal. Muy, pero muy en el fondo, le dolía el corazón al ver el partido, pero su sentimiento de culpa, junto a su amor por la camiseta, lo obligaban a mirarlo, a sentirlo.

Alianza Lima derrotó a Deportivo Municipal por la fecha 5 de la Liga 1. (Foto: jesús Saucedo / GEC)
Alianza Lima derrotó a Deportivo Municipal por la fecha 5 de la Liga 1. (Foto: jesús Saucedo / GEC)

Repasaba la delantera: ‘Fede’ Rodríguez, Cristian Zuñiga, ‘Joa’ Arroé. Y se le retorcía el cuerpo, le invadía un escalofrío de pies a cabeza, sufría. «Ese es mi lugar», pensaba. Él podía estar ahí, pero estaba en su casa, viéndolo desde una televisión, y eso le dolía a mares. Pero era muy consciente de sus errores, que él se lo había buscado. No quedaba otra.

Cuando se dio cuenta, ya estaba mordiendo sus uñas, movía las piernas y no parpadeaba. «Ya, bótala, sácala», gritaba. Y no era para menos. Succar casi aprovecha un error de la defensa y probó a Leao Butrón, pero el balón no entró por suerte. Y luego fue el ‘Mudo’ el héroe al rechazar la pelota prácticamente del arco y salvar a los ‘grones’. Juan se quitaba la gorra, se la ponía de nuevo, la volteaba, la acomodaba y, otra vez, se la quitaba.

Pero su celular aún sonaba.

Los minutos corrían y el partido se ponía cuesta arriba. Nada lograba despertar a Alianza, que parecía un equipo sin ideas. Para él era difícil, en cada desborde y ataque de Zuñiga y Arroé, cerraba los ojos y se imaginaba ahí, en la cancha, corriendo. En los tiros largos de Aguiar, se soñaba dentro del área, luchándola. Entonces, notó que tenía la camiseta y los chimpunes. No sabía cuándo ni cómo se los puso.

Y su celular seguía sonando.

«Goool», celebró un disparo de fuera del área de Ascues, una de las pocas de los blanquiazules en el primer tiempo, la única para ser precisos. Pero Melián la logró desviar. «Vamos, muchachos, sí se puede», arengaba a los jugadores. Se sentía en Matute y gritaba como si estuviera allí, en la banca, en Sur, en el camerino, donde fuera, menos en su casa.

Ring, ring, ring...

La segunda mitad era mucho más difícil. ‘Muni’ nunca se amilanó, atacaba sin cesar, tenía una mejor noche. «Noooo», gritaba sin ver, cuando los ediles corrieron a reclamar una mano dentro del área de Ascues. Un penal en contra era lo peor que podía pasar en ese momento. «Nada, no hay nada», volvía a gritar cuando hubo polémica por una entrada de Butrón a Velarde.

Y ahí se dio cuenta, que verlo y no poder hacer nada, no poder entrar, era más difícil que jugarlo. Faltaba poco menos de 30’, y los ‘grones’ seguían sin ataques claros, y él sufría. Y no como hincha o simpatizante. Sufría porque se daba cuenta que él podía dar un toque distinto. Ay, Juan Meza.

De pronto, Salazar centró en dirección al área, la defensa quiso rechazar, pero Ascues volvió a meterla. Y apareció Arroé para hacer lo imposible. Un jugadón. Un gol de otro partido. Una chalaca sublime, sorpresiva, inimaginable. Golazo. «Goool, carajo», gritó Juan. Saltó en su sillón, dio vueltas en su sala, saltó sobre su sillón. «Gooooool», soltaba con euforia. Pero estaba solo, lejos y solo. Muy solo. No tenía a quien abrazar.

Y su celular seguía sonando.Entonces, Jean Deza; disculpen, Juan Meza -error mío-, observó con tristeza el televisor. Sonaba su celular, era viernes, otro fin de semana más. Y lo buscaban, una llamada tras otra. Pero él no quiso contestar más. Solo deseaba jugar con Alianza Lima. Para eso llegó, para jugar. Quería vestir la camiseta, entrar al televisor, a la cancha, quedarse en Alianza, no quería irse. Juan Meza no quería irse. No quería verlo otra vez por televisión. Y apagó su celular.

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