Roberto Mosquera llegó a Alianza Lima con la responsabilidad de sacar campeón al club íntimo luego de nueve años. El nuevo entrenador blanquiazul asegura que lo logrará y que no tiene miedo a la ‘argolla’. Además, rechazó cualquier acto de racismo dentro del fútbol peruano.
ESCRIBE: RAFAEL SAAZ
¿En algún momento de su carrera sintió discriminación o racismo por ser, como lo dijo en su momento, un negro pituco que vestía ternos?
No y cuando me sentí así lo dije en su momento, no es que me marque mi vida. A mí me preocupa estar habilitado moralmente en el país, no lo que digan de mi terno ni del color de mi piel. Porque la vida te va a recordar por el tipo de persona que fuiste, y creo que soy buena persona; y por el tipo de profesional que fuiste, y espero llegar a hacer un mejor profesional de lo que soy. La vida no me va a juzgar por el color de mi piel, me lo dijo mi papá a los seis años. Cuando siento que me discriminan, tengo incomodidad y lo digo y rechazo, pero no es permanente en mi vida. Cuando les incomoda algo o mi piel, levanto mi voz de protesta.
¿Pensó mucho para venir a Alianza Lima?
No. Lo analicé en la medida de lo último que me ha sucedido como entrenador. Es más fácil analizarlo así. Huancayo último, Cristal último, siete años sin campeonar y Aurich por descender. Hay una coherencia, estoy siendo coherente con los último años de mi carrera (risas). Ojalá que un día algún equipo me diga: “Mosquera, ven, vamos a la Libertadores contigo”, es una situación tipo que no se ha presentado. Pero no porque peyorativamente tenga que escoger todo lo difícil, sino que yo los tomo como retos, como oportunidades de demostrar que he madurado, de que puedo alegrar a la mitad del país, la gente de Alianza y acercarlos a lo que quiere la dirigencia.
¿Cómo reaccionó su familia?
Bien, con la misma responsabilidad que yo. Están contentos. Mis hijos han sido hinchas de todos los equipos donde estuve, hinchar es hacer fuerza para que te vaya bien, y no necesariamente tienes que tener carné del club. Tu ADN puede tener otro nacimiento, pero tener un ser querido cerca de un equipo, y porque le vaya bien a ese ser querido, hinchas por ese equipo.
¿Por qué los equipos con panorama adverso lo buscan?
Creo que es una pregunta para esos equipos, no para mí. Yo me he mostrado receptivo a eso, porque es lo que yo siento. Si yo tuviera la mínima sospecha de que no soy capaz, no hubiera venido. Siempre me he sentido a la altura de lo que me han pedido.
¿Qué es lo que más le gusta de ser entrenador?
Ser estratega. Defender mi posición de gustos por el fútbol, mi estilo y poder plasmarlo. Hay una característica en todos mis equipos, ya no es coincidencia, no es que te ligó. Hay una forma de entrenar que lleva a mis equipos a expresarnos colectivamente. Porque si lo hubiera hecho solo con Bolognesi en 2008 y luego vuelve a ocurrir después, fue una chiripa, pero todos mis equipos han jugado de una sola manera.
¿Le propusieron dirigir afuera?
Sí, han querido, pero cuando te van a contratar miran la tabla y Perú está al lado de Bolivia, último. Quisieron, pero llegué hasta ese punto, hasta la intención, porque después miran y dicen: “Dirigen en ese campeonato”, pero no saben que este es el campeonato más duro del mundo, hay ocho equipos de altura. Para campeonar acá tienes que ser un artista, como los entrenadores que están disputando la final. Eso es un peso, un lastre, que no te permite crecer.
A propósito, Juan Reynoso prioriza más la defensa y Daniel Ahmed el dominio y manejo del balón. ¿A cuál de los dos hubiera preferido enfrentar en una hipotética final?
A ninguno, porque son los mejores, quiero uno que no sepa nada, para ganarle.
¿Qué le parece que Julio César Uribe, de quien usted dijo que era su hermano, no tenga equipo y que no lo hayan elegido nunca para dirigir Cristal, donde fue ídolo?
Mira, acá el año pasado habían 10 entrenadores extranjeros y seis peruanos. Eso se da acá nomás, en ningún país te abren la puerta. No te estoy diciendo que la cierren, porque para mí la capacidad no tiene nacionalidad, pero no somos juzgados por la misma vara. Julio César fue uno de los grandes talentos que ha dado el fútbol peruano y como entrenador también es talentoso, pero acá hay un sesgo. No entiendo las razones por las cuales no está primero en todas las convocatorias que debería estar, no sé si es por gustos o qué. El Perú se ha vuelto una fábrica de hacer entrenadores que no han dirigido en ningún lado y vienen a hacer su carrera acá.
¿Y eso puede cambiar con usted en Alianza?, porque los últimos entrenadores que sacaron campeón al club fueron extranjeros...
Ó sea, me vas a dar una carga más (risas). Sí, lo sé, vamos a tratar de equilibrar esa balanza. No había pensado en ese punto, pero es bueno tocarlo, porque espero que sea la última presión también, estoy rodeado de presiones.
¿Le preocupa la ‘argolla’?
La qué...
La ‘argolla’...
Nunca he escuchado de ‘argollas’ en Alianza. Primera vez que escucho. De repente, tú me puedes ayudar. La gente se reúne para construir, pienso, yo no me reuniría con nadie para destruir. Así que como siento yo sanamente, creo que es todo. No puedo planificar algo que no he visto, en lo que no creo y que para mí es gaseoso. ¿Qué haría con la ‘argolla’? Es una pregunta a futuro.
Le pregunto, porque siempre se escucha que el camerino de Alianza es complicado, difícil de manejar...
Eso sí he escuchado, pero no me parece. ¿Qué es un camerino difícil? Te voy a decir, entrenamos 8:30 y 15 jugadores llegan a las 9, ¿es un camerino difícil o no les está llegando el mensaje? Ahora hay Skype, Whatsapp, correo, no me parece. Nunca he estado en un camerino difícil y eso que en Aurich estaban complicadas la cosas cuando llegué en 2013. Pero no hay nada que no pueda solucionar con una charla.
¿Y estará pendiente de los celulares, de la disciplina, buscará a los jugadores en su casa?
Mira, yo no tengo que tomar ninguna medida, estamos acá para construir cosas. Nada de teléfonos ni nada, ni buscarlos en su casa, eso lo utilizó (el colombiano Jorge Luis) Pinto en su momento, pero hay otras cosas.
¿Qué fue lo que le dejó la reunión con Manco?
A mí, lo que me interesa que Reimond me diga en diciembre: “El ‘profe’ me ayudó a ser el mejor Manco. No me produce nada que diga que tengo calle, esa es su opinión. Yo lo que quiero es que sea mejor.
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