Bien dicen algunos ex futbolistas que en el mundo de la pelota es difícil sobrevivir, o subsistir. Quizá los sacrificios diarios, el maltrato dirigencial y el ingrato fervor popular hace que el descollante orgullo de un jugador se desinfle en menos de lo que dura la ovación en un estadio. Alejados de los campos de fútbol, algunos futbolistas tienen que empezar de cero. De ser personajes conocidos, pasan a realizar labores que nunca imaginaron. Así, encontramos al ex defensa de Sport Boys, Deportivo Pesquero, Aurich, Unión Huaral y Cienciano, Juan José Velásquez, y al pintoresco ex arquero del Atlético Torino y Juan Aurich Martín Ñoño Castro. Ambos ahora se han convertido en hombres de seguridad -chalecos, les dicen- del alcalde de Villa María del Triunfo, Manolo Castillo, y cuentan los secretos y las penurias que afrontaron a causa de la ingratitud del fútbol. Soy un mil oficios, pero otros se mueren de hambre por orgullosos, nos dice Juanjo, hijo del gran Patrón José Velásquez, quien confiesa que colgó los chimpunes cansado de la mafia que maneja al fútbol peruano. -Qué tal cambio... Dejaste el fútbol para ser agente de seguridad... -Sí, qué se puede hacer. El fútbol no dura para siempre y es muy ingrato, por lo que uno siempre tiene que ver la forma de salir adelante y mantener a la familia. -Hace cuanto tiempo ejerces este oficio? -Bueno, como agente de seguridad llevo casi dos años. Es un trabajo muy sacrificado, pero me permite llevarle la tranquilidad necesaria a mi famila, pues sino de qué puedo vivir. -Sin embargo, no es el único oficio en el que te has desempeñado... -Hermano, si supieras todo lo que hecho para llevar la comida a mi casa. Después de retirarme del fútbol, en Cienciano, me fui a Estados Unidos. Allá trabajé en construcción, en limpieza, de todo. porque la necesidad apretaba cada día más. -Has sufrido mucho después del fútbol... -No sé si sufrido, pero sí la he pasado mal. Estar sin trabajo es muy complicado, por suerte el apoyo del alcalde Manolo Castillo me ha ayudado bastante y me puedo mantener de la mejor manera, sobre todo porque acá hay muchos deportistas trabajando. -Por qué te retiraste si todavía estabas joven? -Yo me fui del fútbol a los 31 años, porque me hartó la mafia que hay en el medio. Me cansé de los malos dirigentes y de toda la argolla que mueve a los jugadores. Es algo muy sucio. Si no estás dentro de ese juego te tratan de hundir. Todo eso es horrible. -Te quedaron debiendo dinero? -Sí, en el Juan Aurich me deben un montón de plata, pero ya es como perdida. Aparte del dinero, todo está manejado por mafias y vivir en medio de eso es fatal. Sin embargo, pese a todo, he sabido salir adelante dejando mi orgullo de lado. -Conoces a muchos jugadores que por orgullo están sin trabajo? -Hay muchos futbolistas que por su recorrido y sus logros quieren vivir del recuerdo y después no tienen dónde trabajar. Es algo increíble porque sufren, yo siempre he sabido lo que soy y me he guardado el orgullo. HABLA, ÑOÑO Conocido como Ñoño, el ex golero surgido de las divisiones inferiores de Alianza Lima fue otra de las víctimas de la desidia dirigencial a la cual denomina como mafia. Martín Castro asegura vivir más tranquilo ganándose los frejoles con pistola en mano. -Martín, colgaste los guantes y ahora tomaste la pistola... -Tenía que hacer algo para seguir comiendo, pues mi hermano. Ya no me quedaba otra. El fútbol me dio alegrías, pero también me castigó mucho sin haber cometido errores. -Cuál fue tu último equipo? -Me retiré en Guardia Republicana cuando tenía 30 años, podía seguir jugando, lamentablemente los dirigentes sólo ven sus ganancias y al futbolista le dan las sobras. Me trataron mal y me salí. -Cuál fue tu momento más crítico en el fútbol? -Siempre tuve problemas económicos, pero recuerdo que en Juan Aurich no me pagaron tres meses y mandé todo al demonio. Ya estaba harto. Me paseaban y en la casa mis hijos necesitaban comer, por lo que decidí empezar a cachuelear. -Te formaste en Alianza Lima, cierto... -Claro. Mi promoción son todos los finaditos del focker. Me formé en esa institución y la quiero mucho, aunque no me dio la oportunidad que esperaba. Después pasé al Juan Aurich y allí los dirigentes me maltrataron, me deben 21 mil dólares. -Y ahora como seguridad del alcalde de Villa María, cómo te va? -Acá me va de maravilla. Estoy muy contento porque me han dado mayor estabilidad y mi familia está tranquila. Nunca me gustaron las armas de fuego, pero por necesidad he tenido que aprender a manejarlas. -Antes de esto, a qué te dedicabas? -Estuve trabajando con el alcalde Manolo Castillo desde la campaña en diferentes áreas. He sido mil oficios y me siento muy orgulloso, porque del fútbol es muy difícil vivir si es que no estás de la mano con los empresarios. -Me dicen que con Juan José están pensando hacer una escuela de fútbol en Villa María... -Es una posibilidad, pero primero estamos afianzando nuestra tranquilidad económica para después aventurarnos en ese proyecto. Nosotros somos del barrio y queremos ayudar a los muchachos del pueblo que no tienen los medios para crecer deportivamente. EMANUEL ESPINOZA TAMAYO