"Soy un técnico paciente que espera y confía en el jugador. Pero todo tiene un límite y un análisis", confesó meses atrás Ricardo Gareca, para sentenciar que ya no iba a condicionar sus próximas convocatorias a la presión de la jerarquía de los referentes. De pronto cambió el discurso y ahora el 'Tigre' pide compromiso dentro y fuera de la cancha, cuando antes alardeaba de no importarle la vida privada de sus jugadores. "Si el jugador de la selección no piensa únicamente en la selección, cuando está convocado, dentro y fuera de la cancha, si no lo lleva a cabo, me lo saco de la cabeza hasta que quizá recapacite", agregó.
¿Qué sucedió con Gareca?. Al principio de todo, recuerdo haberle presagiado lo que posteriormente sucedió después, lo que viene sucediendo ahora, lo que ha sucedido siempre, con la experiencia de ser peruano, de ser hincha y por supuesto, de ser periodista también, luego de 35 años de frustraciones y haber visto pasar técnicos de todas las nacionalidades al frente de la selección. Pletóricos de expectativas, con sus capacidades de manifiesto, pero todos saliendo siempre por la puerta falsa.
Tras alertarlo de ello, Gareca me contestó que "no me interesa lo que pasó antes de mí, y lo que pase quiero descubrirlo y constatarlo con mis propios ojos". El tiempo transcurrió, constató lo que tenía que constatar, pero el tiempo y también los puntos en la Eliminatoria ya no regresan.
En esa oportunidad tenía muy claro que su contrato era con la selección absoluta y el objetivo, único y principal, clasificar al Mundial Rusia 2018. Que el trabajo de las bases y el futuro rumbo a Qatar 2022, después rebautizado como Plan Bicentenario, corría por cuenta del colombiano Reinado Rueda y tras caerse su nominación, por el argentino Daniel Ahmed. El 'Tigre' era una apuesta de Juan Carlos Oblitas, director deportivo de la Federación, que encajaba en el perfil: persuasivo, inteligente, con logros a nivel de club, sin ninguna experiencia a nivel de selección y capaz de escuchar sugerencias con respeto, a diferencia de cualquier otro con mayores pergaminos en su trayectoria.
Hoy, Juan Carlos Oblitas, vuelve a apostar por Ricardo Gareca y pretende cambiar las reglas de juego, proponiendo que siga hasta a Qatar 2022 -¿Y Ahmed?- al mando de un equipo joven y hasta le alaban la "valentía" de no llamar a los referentes en las Eliminatorias, esos mismos que antes defendió, y que no estuvieron comprometidos con el grupo, o por efectos de la edad, dan un paso al costado inexorablemente.
Empero, tal parece que ahora el objetivo es más lejano y por ende Ricardo Gareca ya está disculpado, de ante mano, si no vamos al Mundial ("total es muy difícil"-sic Juan Carlos Oblitas).
Cuando las cosas no se hacen partiendo desde un plan, sino a ritmo de lo que marcan las encuestas o los intereses políticos, las posibilidades de éxito se reducen. Ricardo Gareca, no me cabe duda, es un buen entrenador, pero no es el idóneo para comandar la gran revolución en el fútbol peruano, salvo que se quede hasta el 2026 y se restructure todo desde las bases. Salvo mejor parecer.