:quality(75)/arc-anglerfish-arc2-prod-elcomercio.s3.amazonaws.com/public/3ZQ4FT7WRVFCRGHWZLIIMR7OIA.jpg)
Lo que empezó como un sueño terminó convirtiéndose en una pesadilla habitual. Esta vez, el escenario fue el debut en el Sudamericano Sub-20 ante Argentina. Tras el empate 1-1, queda la certeza de que Perú se ve en la necesidad de erradicar esa tendencia a ser un equipo de primeros tiempos, para terminar desplomándose en la recta final. Luego de un pomposo arranque en el que el gol de Siucho era fortuito, pero la victoria de la selección no, el equipo nacional mostró una versión completamente desdibujada en el complemento.
Primeros 45 minutos de vértigo nacional, de encare y conchudez. Un gol que llegó con algo de suerte, pero una ventaja que se caía de madura. Todos en su mejor versión, orden infranqueable en la defensa, decencia al momento de proteger y distribuir la pelota, un partido perfecto. Lo de Ugarriza, vital en el desgaste de la defensa argentina, Pacheco una grata sorpresa y Siucho, el conductor que asumió un liderazgo inédito pero indispensable. El gol, un premio justo para el equipo que más proponía. El manejo de la ventaja fue soberbio también, no se colgaron del arco para defender el 1-0, continuaron proponiendo, siendo protagonistas.
Ya en el complemento llega el desenlace habitual de una historia que lamentamos. El físico se esfumó y con él tranquilidad y el temple necesario para seguir manejando un partido ante una selección top de la categoría. Ugarriza ahogado y el resto de protagonistas de la primera parte desaparecido. Los tres cambios de Perú respondieron a lesiones y no a movidas estratégicas, una muestra de las deficiencias que esta selección presenta. Se sintió el rigor de la alta competencia a la que varios de los seleccionados argentinos están expuestos.
A pesar de contar con un hombre más, Perú se vio diezmado, acorralado y el gol de Argentina a los noventa era la cereza sobre el helado que ya nos acostumbramos a tomar. Lo curioso fue que los dirigidos por Nogara ensayaron una reacción sobre el final, es decir, que algo de pasividad también hubo poco antes del empate.
A Perú le urge cambiar mucho para el partido de mañana si tiene ambiciones en este certamen, trabajar en la concentración y encontrar la manera de aplacar sus desventajas físicas. Dicen que el empate es un buen resultado, puede que las matemáticas avalen dicha postura, pero el trámite del juego la desvirtúa.
