Escribe: Fernando Jiménez Desde Mendoza, Argentina El clima es gélido y hiela hasta los huesos. Faltan pocas horas y la ilusión está intacta. El que pega primero, pega dos veces. Y Perú se presenta hoy en sociedad. Uruguay espera. Tranquilo, sereno, dubitativo. No nos mira por encima del hombro. Ya una vez lo hizo y fue un mar de lágrimas. Seria irreverente y huachafo afirmar que nos temen. Perú no asusta a nadie. Ganar sería hermoso, empatar alentador y perder volver al pasado. Mendoza es una ciudad bella. Es domingo y está tranquila. Los mendocinos duermen la siesta. El taxista que nos tralada al Centro de Prensa nos comenta que todos los hoteles están copados. Y muchos alquilan sus casas y departamentos ante el pedido de la Gobernación por la falta de hoteles. Todos los taxis tienen taxímetros y la bajada de bandera cuesta 4 pesos (un dólar) y cada 100 metros 25 centimos de peso. No hay el arreglo clásico como en Lima de "cuánto me cobra hasta...". El tipo que nos traslada es un hombre de 50 años, gordo y bonachón. "Soy hincha de Independiente y todos los que somos de ese equipo somos fanaticos del fùtbol peruano. Por ahi pasaron Percy Rojas, Soria, Franco Navarro y hasta un negro grandote que más parecía basquetbolista (Guadalupe), pero ahora lo veo bajo a Perú aunque los periodistas de mi país elogian a Guerrero Qué tal es mister?, interroga. San Juan está a una hora 45 viajando en bus desde Mendoza al Centro de Acreditaciones y a dos horas y media a la ciudad. Recuerdo una propaganda que escuchaba hace muchos años en Buenos Aires y las emisoras pasaban la tanda publicitaria: "Resero blanco sanjuanino el vino que hizo famoso a San Juan". Y es verdad, es la ciudad de los vinos, de los impresionantes viñedos que almacenan toneladas de uvas bien cultivadas y que el mundo la disfruta. La calidez de su gente sorprende en un país con fama de arrogante. Y ahí mostrará a Perú a todo el continente y parte del mundo. Un país que espera que su mago no se equivoque y saque un conejo de la galera. Que espera que Paolo Guerrero levante el estandarte, como lo hizo Diego Forlán en el Mundial de Sudáfrica. Llegamos de punto y ojalá terminemos siendo banca. Ellos tienen la palabra.