Hace algunos días falleció Nicolás Delfino, quien fue presidente de la FPF desde 1992 hasta el 2002. Se preciaba de tener calle y ser un conocedor del fútbol.
EL BOCÓN creyó en su primer mensaje, cuando esta publicación era una parte del suplemento deportivo Crack, del diario OJO. Asumió el máximo cargo del fútbol peruano con el objetivo de renovarlo y devolverlo a los primeros planos en Sudamérica. Sin embargo, la confianza tuvo un límite: la realidad.Fue un pésimo dirigente y uno de los responsables de la debacle de nuestro balompié.
Le dimos duro en notas, columnas del célebre Jesús Ángel, columnas de opinión y portadas. Y entonces se generó un cortocircuito en medio de una relación (dirigente-periodista) que antes de EL BOCÓN, a menudo implicaba complicidades mutuas.
A mediados de los años noventas me premiaron en la ADFP ya que gané un concurso a la mejor crónica deportiva. Quien me entregó el premio fue Nicolás Delfino. Con diplomacia y hasta con una sonrisa, me felicitó.
Luego de la ceremonia hablamos un momento y me lanzó un reproche, que casi era una amenaza. "Como malogran el fútbol ustedes, no está bien que los periodistas publiquen chismes e idioteces de futbolistas y dirigentes, como tampoco estaría bien que los jugadores comenzáramos a contar las intimidades de los periodistas", me dijo.
"A los lectores les gusta y mucho, y a nosotros nos interesa lo que dicen ellos. Nosotros no los engañamos. Los datos que publicamos están chequeados. Todos son hombres públicos y si están en falta deberían cuidarse", le respondí. "Por si acaso yo tengo barrio, no se pasen", terminó.
Como Manuel Burga, Delfino fue repudiado por el país, como si hubiera hecho alguna fechoría. Los malos resultados de nuestro fútbol lo lapidaron.
Sin embargo, Delfino no vivió del fútbol ni usó el cargo para tener status. Era un reputado abogado y en Chincha tenía algunas empresas. A propósito, era propietario de una ladrillera y cuando se construyó la Videnita en Chincha, en las bases del concurso para realizar esa obra de la FPF, prohibió que los ladrillos se compren en ese lugar. Un hecho que describe al Chinchano de pura cepa, a quien también llamábamos Delfinosaurio.