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29 años

Lee la columna del Fundador de EL BOCÓN, Jorge Esteves Alfaro
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Diego Sotomayor

Actualizado el 09/12/2016, 07:21 a.m.

Como inicio a esta nota vale aquella frase de Jorge Luis Borges que decía: “Solo una cosa no hay, el olvido”. Se han cumplido 29 años de la tragedia de Alianza Lima, donde desapareció mi hermano Rodolfo Lazo Alfaro, el fisioterapeuta del equipo, y todos recuerdan ese hecho, ese momento en el que había tal cantidad de sufrimiento, más allá del cual uno creía que era imposible seguir.

En estos días que las palabras son supervivientes, que hablan en nombre de los que se fueron “a jugar en la gloria”, hay mucha emoción y sentimiento. Además, la caída del avión que trasladaba al Chapecoense en Colombia revivió la tristeza. Nuevamente todo lo que nos dolió y todo lo que nos hizo sufrir existió más allá de la distancia.

Sin embargo, no se puede comparar, como han intentado hacer muchos por estos días. ¿Por qué? Por ejemplo, al Chapecoense le dieron el título de la Copa Sudamericana y a Alianza Lima no le dieron el título nacional, pese a que era el líder del campeonato. ¿Otra más? Con el Chapecoense se solidarizaron todos los clubes brasileños y sus hinchadas, hasta le ofrecieron jugadores. En tanto, los únicos que se solidarizaron con los íntimos, más allá de las palabras, y les cedieron jugadores fueron los de Colo Colo de Chile. Y de las hinchadas ni hablemos. Los de la Trinchera Norte cantaban “un minuto de silencio por los negros que están muertos y roguemos al Señor que se caiga otro avión”.

Por otro lado, el gerente y dos miembros de la compañía Lamia están presos por incumplimiento de deberes y podrían quedarse largo tiempo en la cárcel por homicidio culposo. En el Perú, todos los responsables del accidente del Fokker están libres, pese a que un informe secreto de la Marina determinó que el avión no estaba en óptimas condiciones y que el piloto no tenía experiencia en vuelos nocturnos.

Entre los hinchas y familiares hay rumores que el presidente de la República, Alan García, jaqueado por el país luego de que pocos meses antes de la tragedia había anunciado la estatización de la banca, no quiso más peleas y menos con la Marina, y por eso convenció a su amigo Agustín Merino, presidente de Alianza Lima, para que el club no proteste ni reclame. No sé si esto es cierto, pero se parece mucho a la realidad.

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