Juan Vargas se despidió ayer de los restos mortales de su abuelo, don Manuel Risco. Era su mejor amigo, al que quería y amaba con a un verdadero padre, su ejemplo como pelotero del barrio de Magdalena, y quien lo guió en sus primeros pasos. El "Loquito" derramó muchas lágrimas. Se aferró al féretro desde la víspera, en el velatorio, y luego lo acompañó hasta el cementerio Campo Fe, en Huachipa, donde fueron sepultaron los restos del popular "Chongo", como cariñosamente lo llamaban. Muy afligido Con una camisa blanca, pantalón oscuro, chaleco negro y lentes que trataban de ocultar el cansancio por las horas sin dormir y el dolor por la irreparable pérdida, Vargas se refugió en la oración y en la compañía de su madre, su esposa Blanca, familiares cercanos y su amigo inseparable, el "Puma" José Carranza. Vargas cargó el féretro de su abuelo y lo llevó hasta su barrio de la quinta Diego Ferrer, donde recibió el homenaje de sus vecinos. El cortejo fúnebre partió luego al cementerio, donde varias personas, al reconocer al jugador de la selección, trataron de animarlo. "Fuerza, Vargas", "'Loquito', te queremos mucho", le decían. Pasadas las 5:00 p.m., sonaron algunas bombardas anunciando que don Manuel Risco ya estaba en su última morada. Que en paz descanse.