Río de Janeiro se despidió hoy de los Juegos Olímpicos con un torbellino tropical, un torrente de samba, percusión atronadora, purpurina, confeti, pieles al desnudo y mucho carnaval. Río 2016.
La ceremonia de clausura de los Juegos, ideada para dejar a los atletas y a los espectadores con "saudade" del ambiente festivo de la ciudad, fue de menos a más.
Comenzó bajo la lluvia y con la delicadeza de un par de canciones clásicas de samba, casi centenarias, como "Carinhoso" y "Pastorinhas", interpretadas por Martinho da Vila y acabó con el ritmo frenético del carnaval.
El repertorio de la fiesta fue un caleidoscopio de la música brasileña, desde lo más clásico a estilos arraigados en las zonas rurales, el rock y la electrónica.
Tuvo espacio al frevo, un alegre ritmo del carnaval de Pernambuco, en el noreste de Brasil, con el que danzaron unos bailarines con sus típicos diminutos paraguas en las manos.
Durante la entrada de los deportistas, la samba se mezcló con la música electrónica con el house de sabor tropical del DJ noruego Kygo y la cantante Julia Michaels.
El público brasileño, con ganas de fiesta, se puso en pie en masa cuando se oyeron los acordes de "Asa Branca", interpretados por la inconfundible voz de Luiz Gonzaga, mientras rodaban por el escenario bailarines disfrazados de muñecos de barro.
El Maracaná se convirtió en una pequeña muestra de los espectaculares desfiles de las escuelas de samba y, también, de las más desenfadadas canciones que se tocan en las calles de Río durante el carnaval y que han cruzado fronteras como el "Mamá yo quiero".
El colofón de la fiesta fue un frenesí de batería y percusión, cientos de bailarines disfrazados y una carroza con dos papagayos y doce reinas del carnaval, que arrastraron tras de sí a los atletas, mientras los fuegos artificiales estallaban en el cielo con estruendo para despedir los Juegos con el más puro estilo de la fiesta brasileña.