Acá ya no parecen influir los contextos, ni el ambiente, las malas juntas o una historia familiar cargada de pesares. Esto parece cuestión de genes ancestrales, de objetivos comunes y predisposición para la joda. La búsqueda del éxito profesional con el supremo fin de arruinarlo todo en paz. Traducción: "Yo chupo con mi plata".
En las últimas horas, Yordy Reyna fue protagonista de las principales notas de espectáculos, ni en sus cuatro años jugando en Europa protagonizó tantas y con eso mucho tuvo que ver su irregular desempeño. Pero bastaron unas cuantas imágenes del delantero festejando —como toda persona de vacaciones tiene el derecho de hacer— para que se empiecen a destacar sus virtudes para empinar el codo y menear las caderas en otras canchas, esta vez, respaldado por André Carrillo, que ha vivido lo que va del año casi de vacaciones como bien se lo hicieron notar algunos hinchas de su ex equipo ,Sporting de Lisboa, y Carlos Ascues, cuya suplencia en el Wolfsburgo, salpicada de lesiones caprichosas, no fueron impedimento para batirse en la pista de baile.
Del otro lado, en Estados Unidos, el Plan B de nuestra selección —según palabras de Juan Carlos Oblitas— se concentra para hacer un papel digno en la Copa América Centenario. Ese grupo en consciente de que en las Eliminatorias solo se echará mano de algunos porque se insistirá con "la base". Ellos no son ajenos a la fiesta, al festejo ni a la celebración. A más de uno le debe encantar tomarse unas cervezas, bailar, pasarla bien; pero hay algo en ellos que parecía perdido: una ambición distinta al común denominador de nuestros últimos años. Ya lo dijo Claudio Pizarro (el futbolista peruano más exitoso de los últimos años) cuando Uruguay nos despachó del sueño clasificatorio para Brasil 2014 en Lima: "Cometemos los mismos errores de siempre. Nos falta ser inteligentes". Esa es la historia del fútbol peruano de los últimos 20 años resumida en dos frases. Hasta para entregarse a los placeres se requiere inteligencia.
Hoy nuestro Plan B puede sacudirse de la taras patéticas y, en apariencia, eternas de nuestro Plan A. Mejor escuela que una Copa América no puede haber para este grupo, mejor referente que Paolo Guerrero tampoco, mejor contexto menos. No cometamos los errores de siempre, no institucionalicemos el fracaso, no repitamos esa historia nefasta que nos reduce como sociedad.
Basta con ver las cosas como son. Por un lado, nuestro Plan A tiene a un jugador prometedor sin jugar casi un año, a un defensa con proyección sentado casi de manera permanente, a uno de los 'Fantásticos' cesado de un equipo 'chico' en España, aún contra su aparente voluntad. Y a un muchacho que parecía tener 'Magia' 'coimeando' a un policía para que lo deje transitar en su lujoso auto lleno de mujeres. En el otro extremo está nuestro Plan B con las ganas intactas de alcanzar la gloria históricamente negada. No es difícil elegir.